Opinión

Suarías y los injustos abucheos a un alcalde

Siempre creí que todos deberíamos, al menos una vez en la vida, ser miembros de una Comisión de Fiestas y concejales de nuestro Ayuntamiento. Para saber cómo es un proceso administrativo, para saber cuándo callar y para tener el criterio suficiente que te permita que no te manipulen.

El lunes en Suarías viví una situación triste. No porque se hayan cerrado dos cuadras porque una sentencia judicial así lo ha estimado, que también, sino porque la única persona política que ha movido un dedo porque eso no sucediera, LA ÚNICA, ha sido abucheada y acusada de falsedades que nadie ha querido comprobar si eran ciertas.

En Suarías el Ayuntamiento de Peñamellera Baja clausuró dos cuadras porque un juez así lo ha ordenado en una sentencia. Esa sentencia viene después de una denuncia interpuesta al propio Ayuntamiento, que fue quien se negó en primera instancia a cerrar las cuadras (después de que un vecino denunciara a un ganadero y la justicia le diera la razón porque legalmente la tiene). El Gobierno local pagó su negativa al cierre con una querella y su posterior juicio a donde únicamente fue a declarar el alcalde del municipio, José Manuel Fernández. NADIE MÁS. Ni la parte afectada tan siquiera. Sólo él.

Empezó un periplo administrativo y judicial que persiguió dilatar plazos (porque no había una sola posibilidad de que el Ayuntamiento ganara el juicio) para que las cuadras libraran el cierre en invierno. Pero no fue posible.

Hace unos años una de las cuadras que ahora se ha precintado de forma temporal se incendió. Se quemó todo, entre otras cosas, 450 fardos de hierba seca. El alcalde al que hoy acusaron de no defender, incluso de atacar, los intereses del sector, ayudó a reconstruir la estabulación y compró un camión de paja para que al ganadero se le hiciera más fácil ponerse al día de sus pérdidas.

Mientras tanto, se abría un cauce que podría legalizar la situación del ganadero: que solicitara una licencia de actividad adecuando las estabulaciones a la normativa. Esa adecuación debería hacerse siguiendo unos preceptos marcados por el Gobierno del Principado de Asturias. Y así, una vez solicitada la licencia, el Gobierno regional emitiría un informe diciendo qué debería hacer y el Ayuntamiento, tras comprobar que se cumple lo que manda la Administración de la comunidad autónoma, podría conceder la licencia de actividad. Así que el ganadero solicitó la licencia hace meses y la maquinaria empezó a funcionar. A su ritmo, lento. Y a su medida, rebuscada.

A su vez, hace unos días, sabiendo que se iban a precintar las cuadras el día 30 de enero (porque la licencia de actividad no estaba concedida debido a que faltaba el informe y las adecuaciones en los establos no están hechas) la asociación GANAGRI convocó una manifestación donde llamaban a los ganaderos a arropar al afectado. Una manifestación, a priori, convocada para avivar la llama y reivindicar, una vez más y cargados de razones, la importancia, los derechos y del mundo rural y todas las actividades que lo mantienen vivo.  

Y entre esa convocatoria de manifestación (el 19 de enero) y la mañana de lunes (día 30), el pasado jueves (26 de enero), después de meses, llegó al Ayuntamiento el esperado informe del Gobierno regional, muy a tiempo para poder culpar al que ahora tenía la pelota en su tejado. Un informe regional que es favorable a la actividad para que el Gobierno local pueda conceder la licencia obligatoria. Pero un informe regional que exige una serie de condicionantes que veremos a ver si se pueden o no cumplir por parte del ganadero.

Así, con un día hábil (el viernes) para que un técnico municipal informara al ganadero y éste cumpliera los parámetros legales (que no van a poderse hacer de hoy para mañana) ha sido imposible detener que el unes el Ayuntamiento precinte las cuadras de forma temporal y cumpliendo una sentencia judicial que sólo puede revocar otro juez, nunca un político.

Pues después de todo esto, hoy al alcalde le han dicho cosas tan feas como injustas, a sabiendas de que lo eran, feas e injustas. Y lo han hecho de un modo indigno y, sobre todo, desproporcionado. Desafiándolo y pidiéndole que se fuera.

Lo peor que puede sucederle al sector ganadero es que sus reivindicaciones, justas, reales y objetivas, sean politizadas de parte contando mentiras, o medias verdades. Lo peor que puede pasarle a los ganaderos es que quienes sólo persiguen ovaciones para alimentar sus egos hablen culpando a unos en defensa de otros, y manipulen sus discursos para dirigir votos a un lado en lugar de a otro.

En Suarías no hubo el lunes ningún representante “oficial” del Gobierno del Principado de Asturias. Nadie. Ni un responsable político del Ejecutivo regional. De todas las partes políticas afectadas en esta historia, sólo estaba el alcalde del municipio de Peñamellera Baja. El único que ha hecho “algo” en este proceso. Acudió allí en defensa del mundo rural, con el afán de apoyar un cambio en las normas, con el objetivo de prestar su apoyo a la actividad ganadera, la primaria. Y lo que obtuvo a cambio fueron abucheos después de discursos que no contaron toda la verdad a sabiendas. De los del Gobierno regional, por cierto, no se acordaron. Como si no tuvieran nada que ver en esta historia. Ni con el principio, ni con el final.

Hace unos años una de las cuadras que ahora se ha precintado de forma temporal se incendió. Se quemó todo, entre otras cosas, 450 fardos de hierba seca. El alcalde al que hoy acusaron de no defender, incluso de atacar, los intereses del sector, ayudó a reconstruir la estabulación y compró un camión de paja para que al ganadero se le hiciera más fácil ponerse al día de sus pérdidas.

Reivindiquemos, gritemos, luchemos y vayamos donde haga falta cargados de varas de avellanos y campanos haciendo ruido: cargados de razones y quejas que no busquen el beneficio de un partido en detrimento de otro. Porque cuando eso suceda, no habrá reivindicación, grito o lucha que se pueda sustentar en el pilar de la objetividad: que están acabando con el campo porque están matando a los ganaderos.

Eva San Román es natural de Peñamellera Baja y periodista