Opinión

Señas de identidad después de mil doscientos setenta y siete años

Cada 21 de febrero los monjes benedictinos del Monasterio de San Pedro de Villanueva (Cangas de Onís) celebraban la fundación del mismo que -según ellos- había tenido lugar ese mismo día del año 746, dando por hecho que el rey D. Alfonso I el Católico y su esposa Ermesinda habrían sido  los fundadores del conjunto monástico en memoria del rey Favila, hijo de Don Pelayo y hermano de Ermesinda.

El quid de la fundación gira sobre la antigua escritura documental de la misma donde se afirma que el monje benedictino y obispo de Pamplona, fray Prudencio de Sandoval (1551-1620), cronista del rey Felipe III, en su afán de recopilar fuentes documentales sobre la fundación de los monasterios benedictinos habría llevado prestada la escritura fundacional del monasterio, sin que nunca más regresase a Villanueva ni se encontrase rastro de la misma.

Durante más de mil años los dos o tres monjes (pocas veces cuatro) que habitaron en este monasterio mantuvieron un férreo control en defensa de sus derechos sobre la pesca, barcas, etc. en el río Sella, desde la capilla de Sta. Cruz en Cangas de Onís hasta La Morca, a las puertas de Arriondas.

Debe señalarse con rotundidad que los manuscritos que se conservan sobre el monasterio no son anteriores al siglo XII, y que el primer abad del que se tiene noticia documentada es alguien de nombre fray Rodrigo, en el año 1215, aunque parece haber estado gobernado por abades comendatarios desde 1179.

Los libros del archivo monástico recogen miles de documentos de todo tipo, desde el siglo XII hasta la Desamortización de Mendizábal, en el año 1835.

Libros en los que se dejó constancia de multitud de donaciones, compras, ventas, usufructos, disputas judiciales por múltiples causas, misas, visitas ilustres, criados, comidas, bodega, etc.

Durante más de mil años los dos o tres monjes (pocas veces cuatro) que habitaron en este monasterio mantuvieron un férreo control en defensa de sus derechos sobre la pesca, barcas, etc. en el río Sella, desde la capilla de Sta. Cruz en Cangas de Onís hasta La Morca, a las puertas de Arriondas.

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Francisco José Rozada durante la conferencia ofrecida en la Biblioteca Dulce María Prida del Parador de Cangas de Onís.

En Villanueva encontramos desde la magnífica pila bautismal del año 1114 (ahora en el Museo Arqueológico Nacional) hasta la teja descubierta hace cincuenta y cuatro años al desmontar un piñón o hastial en el tejado del monasterio donde -al retirar las tejas- apareció una en la que, a modo de seña de identidad y sobre su parte convexa quedó grabado un mensaje del monje Martín, según el cual el abad Rodrigo había terminado la iglesia de San Pedro el año 1261, junto con una rúbrica y una especie de sello.

 Como ese año corresponde a la Era Hispánica que regía entonces, para adaptarlo a nuestra vigente Era Cristiana debemos restarle 38 años, siendo, realmente, el  año 1223.

De modo que esta teja que traemos aquí a la memoria cumple exactamente ahora ochocientos años.

Por lógicas razones de espacio en este semanario el cronista que redacta estas líneas no puede detenerse en la explicación de los muchísimos temas que se pueden comentar de un complejo monástico con tantos siglos de vida, como hice en la conferencia que se me invitó a impartir en este cenobio el pasado viernes, día 17 de febrero, en la cual me detuve en cada uno de los muchos capiteles que hay en el interior del templo, con especial atención a los que aparecen en la bellísima portada principal de acceso a la iglesia y que fue el principal motivo para que este tantas veces centenario monasterio fuese declarado monumento nacional en el año 1907, o en el llamado Panteón Real de la capilla de San Miguel, a los pies de la iglesia; cómo y por quién se levantaron los diferentes lienzos del nuevo claustro y la nueva torre, con su coste en reales, lo mismo que sobre los escudos del año 1687 de la entrada al claustro, ahora entrada principal al Parador Nacional, además de otros muchos asuntos como explicar el plano que se conserva en el Archivo Histórico Nacional (clero, legajo 5.274) que detalla la profunda reforma de la iglesia monástica  en el año 1774.

Como monumento nacional -y tras ser declarado Bien de Interés Cultural- este notable recinto quedó definitivamente protegido, pero nada mejor le pudo haber ocurrido para salvaguardar su integridad que haber sido dedicado a Parador Nacional de Turismo en el año 1998, de modo que el próximo día 8 de julio celebrará su 25 aniversario.

Francisco José Rozada es el Cronista Oficial de Parres.