Opinión

La jura

No está bien emplear a los soldados y a las vírgenes en el consumo político. No está bien. Y tampoco es adecuado mezclarlos porque juntar religión con ejército acaba provocando derramamientos. Vamos por partes.

Covadonga es un lugar sagrado más allá de una religión concreta y de una fe. La Iglesia Católica tiene la concesión desde el siglo VIII al menos, pero no su propiedad. Tampoco lo pretende, pues solo se pide respeto al entrar y un poco de silencio. Y los móviles en ese modo.

No es tiempo de banderas: todas ellas tapan intereses inconfesables mientras ocultan las caras de los muertos.

El intento de afiliar a la Virgen al conservadurismo y al españolismo de pulsera no es nuevo, y jamás ha triunfado. Sólo los valores eternos de la comida familiar y el pensamiento propio, en la Cueva, permanecen en el sitio, más allá de cruzados y esparavanes. El lugar sigue siendo de “nos”, el pueblo.

Vamos ahora con el Ejército. Con apenas 20 años, juré bandera en el CIR de Alcalá. Era un momento feliz porque terminaba una parte del suplicio castrense. Tengo fotos. Franco estaba aún caliente en su Valle y los oficiales de la dictadura campaban ideológicamente a sus anchas. Algunos capitanes modernos hablaban de Geografía y se sonrojaban por el descaro de los mandos, pues el ideario fascista siempre tuvo algo de zombie. Pocos años después, la astracanada del 23 F, percibida desde el extranjero como la irrupción de un “torero con pistola en el Congreso”, clausuró estéticamente la dictadura, del mismo modo que un gorro con cuernos exaltados, en Estados Unidos, puso fin a la rabieta de Trump. Ayusos, Bolsonaros y Melonis aparte, que continúan la chirigota, el problema está en Ucrania y no es el momento de paseos militares ni sobreactuación.

Hoy, con la OTAN y la Federación Rusa resolviendo su conflicto de intereses a costa de vidas ucranianas y rusas, y estremeciéndonos con la posibilidad nuclear, no es tiempo de banderas: todas ellas tapan intereses inconfesables mientras ocultan las caras de los muertos.

Virgen de Covadonga, protégenos de nosotros y tráenos la paz.