Opinión

¿Hacia la III República?

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photo_camera Tributo a la URSS en Madrid en octubre de 1937.

La brevísima I República se proclamó el 11 de febrero de 1873, y sus largas expectativas terminaron, ¡qué cosas!, al año siguiente. Se sucedieron nada menos que cinco Presidentes; la inestabilidad y el descontrol político, sobre todo en el aspecto cantonalista, contribuyó a enterrarla definitivamente.

En la breve II República no creían ni los propios republicanos. Por un lado los anarquistas de la CNT, consideraban que su organización debía de estar al margen de la legalidad. Al ganar la derecha y centro-derecha en las elecciones de 1933, organizan junto con otras fuerzas sindicales y políticas la Revolución. Sólo tuvo “éxito” parcial en Asturias, la llamada Comuna Asturiana (en recuerdo de la hilarante y mortífera Comuna de París) que se puso en marcha contra la República: 1.400/2.000 muertos, 2.000 heridos, 34 sacerdotes y religiosos asesinados, destruida la Universidad -con su importantísima biblioteca-, el Teatro Campoamor; dinamitada la Catedral, la Cámara Santa, y otros establecimientos religiosos en las cuencas mineras. Vamos aquello fue Vampirilandia.

Dolores Ibarruri se exilió en Moscú, y Carrillo en la Rumanía de Ceaucescu, lo cual dice bastante de ellos.

El PCE, fundado en Madrid en 1921, proclamaba el 14 de abril del 31 -desde el minuto uno- que la República era “un engaño para la clase trabajadora”, y lanzaba consignas como“¡Abajo la República burguesa!”, “¡Vivan los soviets!”. Dolores Ibarruri se exilió en Moscú, y Carrillo en la Rumanía de Ceaucescu, lo cual dice bastante de ellos. ¿Y nos vienen ahora como grandes defensores de la Memoria Histórica? ¡Vaya timo!

Una parte significativa del PSOE se consideraba partidaria de la revolución stalinista desde el principio, no fue fruto de la radicalidad del 36: “La clase obrera debe de adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo” dice Largo Caballero, el “Lenin español”, Presidente del Consejo de Ministros, quien mantuvo fluidas negociaciones con el abominable Presidente ruso desde el principio hasta el final de la Guerra. Antes de que estallara mataron a Calvo Sotelo guardas de Indalecio Prieto. Prieto, que estaba entre los moderados, dice que se equivocó.

Las elecciones de 1936 fueron un fraude colosal

Como se equivocó el republicano Unamuno al recibir en su casa de Salamanca a José Antonio, quien lo atrajo hacia su causa, al final financió el golpe de Franco. La magnífica película de Amenábar “Mientras dure la guerra” evita este “detalle” sobre D. Miguel. No hay que dejar que la cochina realidad te ensucie un buen guión. Por ejemplo la figura de José Millán Astray, muy dada a la catalogación como brutal y criminal franquista, fue…. ¡republicano! Como se equivoco el principal pensador de la República, Ortega y Gasset, quien dijo la famosa frase: “¡No es esto, no es esto!”, y censuró que se extrajesen cosas del pasado como manera de incriminar al contrario. Como ahora, añado.

Como se equivocó el Presidente de la República, Alcalá Zamora (1931-1936), al que destituyeron ilegalmente del cargo aprovechando que no se encontraba en España; antes de estallar la contienda comprueba que Manuel Azaña manda sustraerle 1.100 páginas, desaparecidas hasta 2017 (están en manos del M. de Cultura). En ellas da suficientes pruebas del colosal fraude de las elecciones de 1936. Por su parte, el historiador americano Stanley G. Payne ahonda en este tema, avalando una metódica investigación de años, provincia a provincia y mesa a mesa, realizada por los académicos M. Álvarez y R. Villa, en el que comprueba el tremendo timo de unas elecciones clave. Como se equivocó Azaña…

Actualmente vivimos en una democracia real, tan real que hay decenas de partidos de derechas y de izquierdas, y opiniones bien diferentes en el Parlamento. Es la primera vez que vivimos en libertad, una libertad de verdad, no la de los soviet. Vivimos en un país tan libre que los gays se pueden casar, mientras que en Rusia, lo que son las cosas, te pueden matar. Vivimos en un país con la calidad de vida más envidiable de nuestra historia, no cometamos la tontería de echarlo todo a perder.

¿Vamos hacia la estupenda III República?: ¡No, gracias! ¡Nunca máis!