Opinión

Asturies 60

La cultura, en el improbable caso de qué nos pongamos de acuerdo acerca de su significado, goza de un estatus un tanto paradójico: casi todo el mundo se llena la boca enarbolándola y casi nadie le hace demasiado caso, empezando por los políticos. Resulta relativamente habitual escuchar frases grandilocuentes que pontifican sobre lo maravilloso que sería el mundo con más cultura, pero, aunque bienintencionadas, me parecen observaciones erróneas: todos conocemos a gente de vasto bagaje cultural que son unos redomados hijos de puta y a gente escasamente ilustrada de bondad mayestática. En todo caso, respecto a este asunto podría decirse algo parecido que del binomio riqueza / felicidad: no la garantiza, pero tampoco supone un serio obstáculo.

Este imprescindible trabajo de obligada consulta para estudiosos del tema y amena lectura para público en general se suma a su anterior e igualmente recomendable “Abriendo camino”

¿A qué viene todo este rollo? Pues a que, independientemente de sus valores intrínsecos, creo que las administraciones públicas yerran en sus estrategias culturales (es un decir), ya que, si en lugar de hablar tanto y hacer tan poco, invirtieran en ella con fines egoístas buscando un retorno lo más probable es que se llevaran gratas sorpresas. No voy a meterme en jardines listando el amplio número de creadores en ámbitos artísticos, musicales, audiovisuales o literarios que tenemos en nuestra comarca, trabajando en condiciones precarias en la mayoría de los casos, ya que posiblemente me olvidaría de alguno y además podría acusárseme de nepotismo, porque bastantes de ellos son amigos. En nuestro entorno, cantera hay, pero ayudaría que las instituciones apoyaran un poco en lugar de poner palos en las ruedas, comenzando por cosas tan básicas como que los horarios de apertura de los espacios culturales fueran medianamente sensatos: sí, lo han adivinado, estoy pensando en la biblioteca de mi pueblo.

Así que, a riesgo de incurrir en ese trato de favor que antes negaba, sí voy a aprovechar estas fechas tan propicias a los agasajos para recordarles o informarles de que Javi Pedraces acaba de presentar “Asturies 60”, su segundo libro, en el que recorre musicalmente la década prodigiosa por excelencia analizando prolijamente las bandas, locales, conciertos y estilos que convirtieron nuestra región en un gran guateque. Este imprescindible trabajo de obligada consulta para estudiosos del tema y amena lectura para público en general se suma a su anterior e igualmente recomendable “Abriendo camino”, ampliando el espectro geográfico y convirtiéndose, por tanto, en un perfecto regalo navideño para grandes o mayores que seguro Papá Noel y los Reyes Magos tendrán a bien atender si ustedes ponen de su parte.

Y, como de su buen gusto no dudo, pero la buena disposición de nuestros gestores sí me ofrece un poco más de recelo, convendría que también la vertiente institucional hiciera acuse de recibo y utilizara una minúscula parte de los impuestos que pagamos en amparar este tipo de iniciativas con medidas tan modestas y poco gravosas como pertrechar de ejemplares las bibliotecas municipales (preferiblemente comprándolos en librerías de proximidad) o propiciar presentaciones en sintonía y colaboración con el tejido asociativo local. Habrá quien piense, no sin razón: “ya, ya, claro, este tío qué va a decir, si vive de vender libros”. No lo negaré, pero ya saben que la generosidad bien entendida siempre empieza por uno mismo y yo he venido aquí no a hablar del mío, pero sí del de mi amigo.