Opinión

Arquímedes, contra la especulación en la Vega

Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo, se cuenta que dijo Arquímedes antes de enunciar su popular principio físico, que tantas herencias desarrolló a lo largo de la historia. Dadme unos terrenos suficientemente extensos y especularé en Oviedo, parece decir el alcalde de la capital asturiana, Alfredo Canteli, cuando se refiere a la recuperación para la ciudad de los terrenos de La Vega, pertenecientes al Ministerio de Defensa, procedentes de la antigua sede de la fábrica de armas.

Lo de Arquímedes está demostrado que tuvo una incidencia fundamental en el desarrollo de la Humanidad. Lo de Canteli, no parece que se le vaya a lograr, aunque, como en todo, siempre habrá que estar vigilante.

Uno de los aspectos más polémicos que se perfilan para el desarrollo de la Vega es su posible declaración como bien de interés cultural, como forma de evitar que se pueda trocear y que se instalen en sus terrenos empresas y organismos de carácter especulativo.

El anterior gobierno municipal de Oviedo, dominado por el tripartito de izquierdas, tenía claro que con la recuperación de la fábrica de La Vega para la ciudad tendrá una mayor continuidad el boulevard de Santullano, uno de las principales reivindicaciones de los movimientos sociales ovetenses y un elemento clave para ganar terreno a los vehículos y mejorar la movilidad en la capital.

Como todo el mundo sabe, la derrota electoral en los comicios municipales hizo decaer el planteamiento porque el nuevo bipartito PP, Ciudadanos, fue hostil desde el minuto uno al desarrollo peatonal de la zona y prefirió que se le den otros usos, entre los que destaca la preponderancia de terrenos más baratos para la creación de empresas.

Y es que casi 120.000 metros cuadrados de superficie que retornarían a la ciudad cuando Defensa y los responsables consistoriales lleguen a un acuerdo (si es que llegan) son demasiado golosos para todas las instancias especulativas que se desarrollan en torno a este núcleo.

Uno de los aspectos más polémicos que se perfilan para el desarrollo de la Vega es su posible declaración como bien de interés cultural, como forma de evitar que se pueda trocear y que se instalen en sus terrenos empresas y organismos de carácter especulativo.

En realidad, el jefe del ayuntamiento ovetense está prefiriendo que La Vega sea aprovechada por determinados sectores económicos antes que por toda la ciudadanía.

Parece más que idónea esta propuesta porque las condiciones, la historia y la enorme superficie de la antigua fábrica de armas son elementos cuidadosamente precisos para la protección de La Vega y la eliminación de cualquier intento especulativo.

Pero hete aquí que el alcalde capitalino, portavoz de los sectores más conservadores de la ciudad ha puesto el grito en el cielo sobre la posible declaración de BIC en unos terrenos que la ciudad gana a la antigua industria, porque entiende que sería poner limitaciones que torpedearían su futuro.

A veces con unas palabras, aunque un tanto ambiguas, se dice claramente lo que se busca. En realidad, el jefe del ayuntamiento ovetense está prefiriendo que La Vega sea aprovechada por determinados sectores económicos antes que por toda la ciudadanía.

No lo ha dicho en concreto, pero se le entiende perfectamente. Canteli tiene en mente lo que va a hacer con la antigua fábrica de armas, aunque, a lo que parece, aún no ha desvelado totalmente sus cartas y su estrategia. Habrá que esperar. Mientras no llene La Vega de terrazas de hostelería, aún caben esperanzas-