Opinión

La autodisolución de Ciudadanos

La cara B del Partido Popular o un Podemos de derechas, como planteaban algunos de los banqueros ideólogos de Ciudadanos, como fórmula para afrontar el fin del bipartidismo que se acercaba. Lo cierto es que las buenas intenciones de los sectores proclives a mantener los mismos privilegios que hasta ahora se han quedado en nada y la organización naranja que en la primavera de 2018 estaba situada en el ranking de los votos de la mayoría de las encuestas, está a punto de desaparecer. En Asturias, que no es ninguna isla en la península sucede otro tanto de lo mismo, si bien, para más inri, con divisiones internas en el Principado.

La debacle de Ciudadanos no quiere decir, a mi entender, que el bipartidismo vuelva por sus fueros

Es por eso que el nerviosismo se ha adueñado de las mentes de los dirigentes nacionales de Ciudadanos que se han puesto a la defensiva sobre cualquier planteamiento político que tenga algún elemento de paternidad de la formación naranja y apenas ponen en marcha medidas políticas de su cosecha porque son conscientes de su fracaso. Así, responsables de la talla de Inés Arrimadas o el portavoz parlamentario Edmundo Bal desbarran en sus declaraciones porque se dan cuenta que están al borde del precipicio y el PP les impele a dar un paso al frente.

Se da la circunstancia de que quienes hace dos años eran los aspirantes a encabezar las listas de la derecha española, ahora son objeto de desprecio por parte de los conservadores populares que ya ni siquiera pretenden fichar a los cuadros más destacados del partido. Ya lo hicieron y ahora la única pretensión que tienen es hacer la eutanasia al partido que fundara Albert Rivera.

En Asturias no existe una diferencia nítida con respecto al resto de España. Las últimas esperanzas de Ciudadanos de ser necesarios en esta región se volatizaron en Gijón cuando, la izquierda llegó a un acuerdo presupuestario, poco antes de que sus portavoces sacaran el champan con que brindar por el doble sentido del tráfico en el Muro. Hay que quitarse el sombrero ante la reacción inteligente de PSOE, Izquierda Unida y Podemos.

Falta aún saber qué es lo que va a pasar con los presupuestos autonómicos, pero hay que reconocer que Ciudadanos está en desigualdad de condiciones con respecto a una semana antes, no solo por los acontecimientos que vive el país y la comunidad del Principado, sino también por la división interna en la organización con muy duras críticas de sus diputados Laura Pérez Macho  y Armando Fernández Bartolomé, en la línea opuesta a la que propugna el secretario general y vicealcalde de Oviedo, Ignacio Cuesta, que tiene a muchos militantes enfadados con su forma de actuar.

Claro que esta crisis no es esporádica, sino que está vinculadas a la defenestración del que fuera diputado Ignacio Prendes, que ya cayera de la militancia de UPyD, el partido de Rosa Díez, aunque en este caso le perdieron sus ambiciones personales, que estuvieron relacionadas con su falta de sensibilidad para rematar el pacto de aquel partido e Izquierda  Unida con el PSOE, cuando gobernaba Javier Fernández.

La debacle de Ciudadanos no quiere decir, a mi entender, que el bipartidismo vuelva por sus fueros, ya que en la misma línea ideológica de este partido seguro que nace algo parecido, que proseguirá con el sentimiento liberal, siempre que no la cague como hizo Inés Arrimadas al negarse a tratar de gobernar en Cataluña, cuando había conseguido la mayoría. Lo que no me parece real es que la formación naranja resurja como el ave fénix dentro de algunos años. Está herida de muerte.