Opinión

Cuando es el banco el que te atraca a ti

Me imagino que os acordaréis perfectamente de aquel médico jubilado que encabezó una campaña para impedir que los bancos españoles ampliaran la brecha digital entre los ciudadanos de nuestro país, de la que salían siempre perjudicados los más viejos, que encontraban serias dificultades para acceder a sus cuentas sin apoyos exteriores por su escaso acceso a los cajeros y a los espacios digitales que manejan hábilmente los que tienen menos años.

En aquella campaña a la puerta de los bancos, el médico se topó no sé si casualmente, pero sí oportunamente con la vicepresidenta económica Nadia Calviño, que se comprometió a mediar con los bancos para superar las reclamaciones de los jubiletas con cuenta bancaria e incluso abordaron en una reunión una serie de propuestas que los directivos financieros se comprometieron a llevar a cabo.

Y de aquellos buenos propósitos, ¿los bancos mejoraron sus relaciones con los analfabetos digitales? Pues, nada de nada. Si uno pregunta a cualquier empleado de banca que conozca el desarrollo de los acontecimientos, te dirá que de los compromisos de los jefes de las entidades no se ha llevado a cabo ninguno. Repito, ninguno, porque los dueños del negocio solo quieren poner el cazo y repartir beneficios entre los accionistas, sin dar nada a cambio. Y te lo dicen los bancarios más comprometidos con  los clientes, en privado y sin que se enteren los Goirigolzarri Blues Band, porque en seguida les ponen al hilo como si se tratara del Mossad más infalible.

Si uno se dedica a visitar los bancos asturianos descubrirá que el número de trabajadores es mínimo y la gestión personal con el cliente casi nula, cosa que también sucede en otras entidades financieras del resto del país y es que el objetivo básico de los que llevan este negocio es invertir lo menos posible en atención al cliente y en personal, y obtener el máximo beneficio posible con el porvenir en peores condiciones y el número de empleados mucho menor.

¿Y qué se hace con un servicio púbico que se niega a obedecer a los poderes del Estado y trata siempre de incumplir sus deberes?

Antes se producían atracos a bancos con regularidad. El descenso de estos delitos se ha trocado porque ahora es el banco el que te atraca a ti: comisiones extrañas e irregulares; cobros por sacar tu dinero del banco, y mala praxis en los intercambios con la clientela. Este es el panorama que los dirigentes de la patronal bancaria no quieren resolver, a pesar de sus compromisos, y se han pasado por el forro de las cajas fuertes, ya que la máxima es ganar rápido cuanto más, mejor.

¿Y qué se hace con un servicio púbico que se niega a obedecer a los poderes del Estado y trata siempre de incumplir sus deberes? En mis tiempos, a los niños caprichosos y mal criados con una buena bofetada a tiempo o una tunda de zapatillazos en el culete se les quitaban los malos humos. A los poderes financieros hay que atarlos en corto donde más les duele: en el dinero. O sea que mis queridos gobernantes, ya sabes lo que tenéis que hacer. Más impuestos a la banca (obviamente el triple de los que se han establecido ya) y, en función de su respuesta, más o menos legislación según los casos.

Ya sabemos que los bancos no quieren pagar. Han contratado a los mejores expertos en Hacienda de este país para que se declare inconstitucional el impuesto a la banca, creado recientemente, aunque sea todavía escaso. Pero me temo que con este Tribunal Constitucional en vigor, se va a tragar sus ilusiones, hasta que los parias de las togas vuelvan al máximo órgano de interpretación de la Constitución. Porque los españoles empezamos a cansarnos de que sea la banca la que nos atraque.