Opinión

Los dominios del lobo

El lobo

Presiento que este artículo me va a traer muchas críticas, enfados y hasta coscorrones por parte de algunos de mis amigos, peo llevo muchos años sin eludir los temas polémicos, metiéndome en todos los charcos y ahora de aprendiz de vejestorio no voy a hacer lo contrario de lo que siempre hice: incordiar y expresar lo que siento. Guste o no guste.

Y voy al meollo, porque este asunto no es para circunloquios y rodeos, dada la polarización de la sociedad asturiana con el tema. Yo creo que la protección del lobo que plantea el Gobierno de la nación es ajustada, aunque a muchos ganaderos no les guste, pero los dominios de esta especie siempre han sido los mismos y hemos sido los seres humanos los que los hemos invadido hasta el punto de que hemos dejado a estos mamíferos al borde de la extinción, lo que, afortunadamente no se ha producido.

Puedo entender, aunque no lo comparto, las disensiones del Gobierno de Asturias y de determinados sectores políticos, pero la medida decidida por  el Ministerio de Transición Ecológica, me parece muy acertada, cuando, además, cuenta entre sus miembros con el asturiano Hugo Morán, que es especialista en cuestiones de ecología y medio ambiente.

Los daños que causa el lobo y que son producto de la necesidad que tiene de alimentarse él y sus crías deben pagarse convenientemente por las autoridades correspondientes en su justo precio para que no perjudiquen a los ganaderos y a las cabañas que viven en el monte.

Pero una cosa es pagar a quienes el lobo perjudica y otra que se abra la veda para cazar, disparar y dejar a los montes cantábricos sin esa alimaña que, además es parte sustancial para el equilibrio ecológico de nuestro sistema y de la biodiversidad. Algunos opositores a la decisión de Teresa Ribera parecen estar saciados de sangre de un animal.

Y no quiero entrar a discutir, porque si lo haría sería muy radical, las diferentes trampas de algunas organizaciones y ganaderos que achacan al lobo lo que este cánido no ha hecho. Y ni siquiera los llamados perros asilvestrados. Hace un mes, aproximadamente, se descubrió una trama (otra más) para cobrar dinero a causa de ataques al ganado que no se produjeron. Y esto no redunda en beneficio de los profesionales del sector ni del propio equilibrio natural.

Puedo entender, aunque no lo comparto, las disensiones del Gobierno de Asturias y de determinados sectores políticos, pero la medida decidida por el Ministerio de Transición Ecológica, me parece muy acertada, cuando, además, cuenta entre sus miembros con el asturiano Hugo Morán, que es especialista en cuestiones de ecología y medio ambiente.

Quienes hemos invadido el territorio del lobo hemos sido nosotros, a veces simplemente por el deseo de cazar sin necesidad para comer. Estos animales han convivido toda la vida con el hombre en un determinado espacio y su abatimiento indiscriminado es un atentado ecológico que hay que impedir.

Los ecologistas, aunque a algunos ganaderos no les guste, han puesto el dedo en la llaga y han realizado propuestas muy interesantes y razonables para que la coexistencia entre la especie humana y la animal no deterioren el medio ambiente. Es necesario, a lo mejor, discutir algunas cuestiones concretas, pero secundaras. No nos podemos cargar al lobo, porque detrás iremos nosotros.