Opinión

El matonismo de VOX

Siempre teoricé que presionar en exceso a alguien para que tome la decisión que queremos, suele tener efectos contraproducentes y al final, las imposiciones se vuelven en su contra y  aquello que pretendíamos que se hiciera, se convierte en la decisión contraria, por lo que la experiencia nos demuestra que seducir con elegancia es mejor que hostigar, porque las consecuencias son diferentes.

Espero que la actuación de Vox contra Pumares haya sido solo un calentón, aunque permitidme que dude de mi propio deseo

Viene esto a cuento de la valla publicitaria con diana política incluida que Vox ha colocado en un rincón de Asturias, con el objeto de disuadir al diputado autonómico de Foro Asturias, Adrián Pumares para que no sume su voto a la oficialidad del asturiano, lo que ha causado un fuerte impacto en la sociedad regional, que creía que esos métodos propios de los años de plomo de ETA o de las camisas pardas alemanas de los años treinta del pasado siglo. Pero, ya vemos que la historia se repite y en esta ocasión en forma de tragicomedia.

Es legítimo que el partido de la ultraderecha española, enemigo acérrimo de la cooficialidad, critique y ponga de chupa de dómine a quienes puedan ser susceptibles de votar a favor de esa ley en la reforma estatutaria, pero deben dejar a un lado el matonismo porque en democracia encimar de esa manera a un rival político tiene un nombre muy feo y no es conveniente que Asturias comience a ponerse en marcha una ofensiva crispadora, porque entonces la cooficialidad ya no sería amable, como sugiere Adrián Barbón, sino que podría situarse en unos niveles propios de países bananeros.

No estaría de más que el portavoz de Vox en la Junta General del Principado, Ignacio Blanco, pidiera perdón a su compañero de Parlamento y se comprometiera a no repetir este tipo de deslealtades

Pero es que, además, la valla contra la legítima posición de Foro Asturias ha tenido el efecto contrario al deseado y ha ratificado aún más a Pumares en su apuesta por la elevación del asturiano al nivel de lengua oficial. Es cierto que podría darse por hecha esta apuesta, ya que en alguna ocasión el diputado forista lo insinuó, pero el matonismo de la ultraderecha solo consiguió que se reafirmara en sus decisiones y que sumara su voto (si al final sus contrapartidas son aceptadas) a los 26 que van declarado su respaldo a la llingua. Solo les falta un voto a los partidarios del estatus del asturiano y ese voto parece ya estar comprometido.

Coincide la colocación de la valla publicitaria contra Foro con la campaña antiasturiano que han puesto en marcha diferentes plataformas mediáticas con la incorporación a la misma de veteranos cadáveres políticos, encantados de salir a la luz, aunque solo sea para darle un tirón de orejas al partido al que han pertenecido desde siempre. Con todos los respetos para Juan Luis Rodríguez Vigil o Jesús Arango sus argumentos llegan demasiado tarde, cuando prácticamente esté el capador encima de la gocha. Pero es que además sus razonamientos son endebles y faltos de consistencia, como si todavía estuviéramos en los primeros años de gobierno autonómicos.

Espero que la actuación de Vox contra Pumares haya sido solo un calentón, aunque permitidme que dude de mi propio deseo, por cuanto el afectado fue compañero de partido de alguna que otra personalidad de la formación con el logo verde. Es verdad que hay correligionarios que se odian más que la cuña de la misma madera, pero la política asturiana no se merece que se consoliden formas de actuación que son impropias de regiones civilizadas. No estaría de más que el portavoz de Vox en la Junta General del Principado, Ignacio Blanco, pidiera perdón a su compañero de Parlamento y se comprometiera a no repetir este tipo de deslealtades. Seguro que sería el comienzo de una nueva etapa que erradique la crispación para siempre.