Opinión

Un empresario del siglo XIX

Si los bregados trabajadores de los astilleros asturianos, que tanto pelearon por la defensa de sus condiciones laborales y llenaron de barricadas las calles del distrito Oeste de Gijón para impedir que se regularan innecesariamente empleos y se fueran a la calle los eventuales, conocieran que en los centros de curro donde se dejaron la piel y la inocencia se ha instalado un empresario tiburón que impone situaciones draconianas a sus empleados e impide el menor atisbo de protesta sindical, volverían a quemar neumáticos y a reclamar con gasolina que se acabe ya este modelo de explotación.

Las protestas están prohibidas en los nuevos Astilleros Armón, salvo que el reclamante quiera olvidarse de su trabajo

Y lo que es peor: en un astillero que fue público, origen de muchas reivindicaciones laborales entre las que se encontraba la de reclamar la tecnología más avanzada para competir mejor y que al final se vendió con el conjunto de las instalaciones a quien hoy es el máximo responsable, aunque con otro nombre, de que el sector naval levante cabeza y empiece a señalar el camino hacia la reindustrialización, pero de otra manera.

Las protestas están prohibidas en los nuevos Astilleros Armón, salvo que el reclamante quiera olvidarse de su trabajo, y el hecho de que las condiciones laborales están a años luz de las que se establecían en plenos años de reconversión supone un paso atrás en la historia del movimiento obrero, donde el convenio del sector no parece el mejor argumento para defender el puesto y el dinero para mantener a las familias.

No hay nadie en estos astilleros que te hable a calzón quitado de lo que sucede en su interior. Nadie quiere dar su nombre por si acaso y, sobre todo, nadie está dispuesto a que su relato confirme lo que todo el mundo sabe: que las condiciones de trabajo son más peligrosas de lo que parece. Según datos que nadie ha podido desmentir, en los últimos años han perecido cinco personas en accidente laboral. ¿Por qué no se les ha dado la correspondiente publicidad, fruto de la necesaria libertad de información?

Lo que sale en la prensa es que cada vez se contratan más buques y que el empresario, de origen asturmexicano, ha conseguido revitalizar el mundo de los astilleros pero nada de las condiciones de trabajo, de la estabilidad de las plantillas y de la posibilidad de que se pueda formar un comité de empresa como mantiene preceptiva la Ley Orgánica de Libertad Sindical.

Eso sí, al mayor responsable de esta situación se le ensalza en los periódicos y se le entregan distinciones y premios en esta carrera absurda de los medios de comunicación por conseguir un máximo de publicidad a costa de loar la vanidad del dueño del negocio en un evento en el que los aplausos y las alabanzas son inversamente proporcionales a las preguntas comprometidas.

En un mundo del siglo XXI, queremos empresarios del mismo siglo y que no tengan una mentalidad de los orígenes de la industrialización. Y que respeten los horarios y los derechos de los trabajadores y cumplan con las condiciones de salud laboral que demanda las Constitución y las leyes de la democracia. Es el momento de trabajar entre todos por unas industrias de futuro y no de pasado. Porque los trabajadores ya se han cansado de cantar ‘A las barricadas’, aunque saben tan bien la letra que podrían hacerlo en el momento más oportuno. O inoportuno, vaya usted a saber.