Opinión

Una Fundación no es un negocio

Este que os sermonea cada semana por este medio y que deja llevar la imaginación por la libérrima senda de la expresión sin autocensuras, anda un poco descolocado por la situación creada en la Fundación Selgas-Fagalde, con la venta de un cuadro de Goya perteneciente a una colección de la susodicha fundación y el intento de deshacerse de otro que había sido pintado por El Greco.

Yo siempre había creído que las fundaciones tenían como objeto preservar el patrimonio de quienes eran los promotores de la misma y estaba convencido de que las propietarias del palacio que hay a la entrada de Cudillero tenían la pretensión de que se dieran a conocer a todos los ciudadanos, un poco por filantropía y otro poco por orgullo y soberbia intelectual.

Hasta donde llego, una fundación no es un negocio ni tiene como propósito fundamental hacer caja. Para eso están los estímulos fiscales que les permiten desgravar

Siempre se dijo que las dos hermanas Selgas Fagalde, que habían sido las impulsoras de la fundación no querían deshacerse de ninguno de sus cuados y su finalidad era que las propiedades artísticas que tenía esta familia deberían ser admiradas por todos los asturianos y sus visitantes. No obstante acudir a la quinta de los Segas era bastante difícil porque apenas estaba abierta para el público.

Ahora nos enteramos que el Patronato de la Fundación decidió vender los cuadros porque, según parece, la situación económica de la misma no es la deseada y tenían el objetivo de ingresar dinero para mejorar su cuenta de resultados. 

Hasta donde llego, una fundación no es un negocio ni tiene como propósito fundamental hacer caja. Para eso están los estímulos fiscales que les permiten desgravar y para eso están los estatutos de las sociedades que, como todo el mundo sabe, son entidades sin ánimo de lucro. Aunque aún carecemos de una ley de Mecenazgo homologable a las existentes en Europa, el criterio fiscal y patrimonial de las fundaciones es bastante parecido.

Lo verdaderamente lamentable de esta actitud de la Fundación Selgas Fagalde es que los cuadros vendidos (o que está en su ánimo vender) son verdaderas obras de arte y que pueden ser declarados bienes de interés cultural para protegerlos de contingencias como las que os cuento.

En esta pobre decisión del Patronato de la Fundación, algunos de los que votaron por la venta, parece que se han retractado y que una dejación de sus responsabilidades, como en el caso de la consejera de Cultura, tiene una posible y deseada marcha atrás, según declaró la propia Berta Piñán 

Habrá que seguir con verdadero interés este culebrón de la Fundación Selgas Fagalde para ver si es posible la reversibilidad (y por cierto la entrada de público al palacio con normalidad) y también será preciso aprovechar este fallo y estas lagunas legales para apretar los tornillos sobre los responsables de esas fundaciones para que no se vuelvan a producir semejantes dislates. Y que el patrimonio asturiano, siempre que sea posible, permanezca en Asturias, que está por encima de las veleidades negociadoras de algunos.