Opinión

Una ciudad dentro de otra

El Grupo de Cultura Covadonga es una entidad social y deportiva de gran raigambre en Gijón, con un número de socios muy elevado, a la altura de los mejores y más emblemáticos clubes de España y con una amplísima lista de espera de personas y familias que pugnan por asociarse.

Pero su enorme influencia y el prestigio que tiene en Gijón no debe ser un acicate para que se convierta en un grupo de presión que ponga en entredicho la política urbanística y medioambiental del Ayuntamiento

Creado al poco tiempo de finalizada la guerra civil, rápidamente el Grupo comenzó a ser objeto de atención por parte de los asturianos y en seguida llegaron los primeros socios que fueron creciendo exponencialmente. Desde mi punto de vista, el éxito de la sociedad radicó en que era el lugar en el que se mezclaban las clases sociales sin distinción y en aquellos tiempos tan polarizados, resultó un acierto.

Tanto por su número de socios como por su prestigio en la ciudad, el Grupo Covadonga goza de gran predicamento entre los gijoneses y su influencia es evidente en amplísimos sectores de la población. En realidad, es una ciudad dentro de otra.

No hace falta ser un experto en materia de malos olores y degradación ambiental para convenir que el río Piles, en su anillo navegable, es un dechado de mierda

Pero su enorme influencia y el prestigio que tiene en Gijón no debe ser un acicate para que se convierta en un grupo de presión que ponga en entredicho la política urbanística y medioambiental del Ayuntamiento. Sugerencias y peticiones, todas las que sean precisas. Chantajes, los mínimos.

Digo esto a cuento de la insoportable presión del presidente del Grupo y su junta directiva hacia el concejal de Medio Ambiente en relación con el uso del colindante río Piles para la práctica del piragüismo, en lo que se ha dado en llamar el anillo navegable.

No hace falta ser un experto en materia de malos olores y degradación ambiental para convenir que el río Piles, en su anillo navegable, es un dechado de mierda y es necesario acometer toda una serie de reformas para volverlo a su estado natural. Y eso obliga a paralizar los entrenamientos de los deportistas, aunque solo sea para preservar su salud.

Pero es que, además, especialistas institucionales en ese ámbito han planteado ya una serie de propuestas tendentes a poner en marcha las radicales medidas que limpien el Piles y lo hagan merecedor de su uso deportivo. Pero a los dirigentes del Grupo no les ha gustado y, en un primer momento, arremetieron contra el concejal encargado de área haciendo valer su superioridad numérica y social.

Parece, sin embargo, que esta posición se ha modulado en los últimos días y ahora han manifestado su intención de dialogar y negociar, sabedores, quizá, que no es con la imposición con lo que se consiguen los objetivos, sino con acuerdos y también que enfrentarte con una institución como el ayuntamiento puede resultar contraproducente.

Sin embargo de aquellas primeras escaramuzas aún quedan algunos rescoldos entre los familiares de los piragüistas, que se quejan de que tener que ir hasta el embalse de Trasona a entrenar supone un incordio y un gasto económico muy gravoso. Me imagino que será más perjudicial para sus parientes deportistas que contrajeran algún tipo de infección si sé prosigue con los entrenamientos en un lugar inapropiado.

Veremos a ver en que acaba esta polémica que confío en que se resuelva por el bien de todos y sobre todo, por la salud medioambiental de la ciudad, pero ha dejado ya una cosa clara: por muy respetable e influyente que sea una entidad deportiva no puede caciquear con las decisiones de las instituciones que son representativas de toda una población. De primero de democracia.