Opinión

La guardería de Ribadesella

En las pasadas Navidades, un trabajador de una guardería de Ribadesella denunció públicamente que dos cuidadoras del centro maltrataban físicamente a los niños que acudían al mismo y les causaban vejaciones y hasta daño físico.

El asunto generó la lógica y correspondiente polémica; y fue fruto de debates sonoros, no solo en Ribadesella y concejos limítrofes sino en prácticamente toda Asturias porque se pusieron en evidencia opiniones muy contradictorios sobre los hechos y las razones de la denuncia.

Los niños son el alma de las sociedades y hay que alejarlos de quienes les pueden agredir. Para que crezcan sin traumas.

Un mes más tarde no se conoce, o al menos la opinión pública asturiana, si se han clarificado las acusaciones y si de la investigación de los hechos se han depurado las oportunas responsabilidades. En cualquiera de los casos, sean ciertos los maltratos o infundados, los asturianos tenemos el derecho a conocer qué es lo que ha sucedido.

La sociedad asturiana es muy exigente y es plausible, con la defensa de sus miembros más vulnerables, y por eso reclama la máxima transparencia sobre lo que sucede con sus niños y con los traumas que pudieran tener ante circunstancias execrables, si es que se hubieran producido.

Pienso que ha transcurrido el tiempo suficiente para que se pueda saber, al menos, el núcleo central de lo sucedido, independientemente de que si se produjera alguna anomalía penal se planteará la normal presunción de inocencia. Pero la alarma social ocasionada por las denuncias tiene que tener un tratamiento informativo esclarecedor.

Tengamos en cuenta que estamos hablando de guarderías y de niños; y que cuando unos padres dejan en esas escuelas infantiles a sus pequeños tienen que tener las garantías suficientes de que son tratados como se debe.

La sociedad asturiana es muy exigente y es plausible, con la defensa de sus miembros más vulnerables, y por eso reclama la máxima transparencia sobre lo que sucede con sus niños y con los traumas que pudieran tener ante circunstancias execrables, si es que se hubieran producido.

Por tanto, me permito exigir a las autoridades educativas, a los responsables del Principado y a quien corresponda, que se informe a los ciudadanos asturianos de las conclusiones de las investigaciones, si las hubiera, y en caso contrario qué plazo se fijaría para darlas. Los niños son el alma de las sociedades y hay que alejarlos de quienes les pueden agredir. Para que crezcan sin traumas.