Opinión

Hostelería con conciencia

Ahora que los bares vuelven a tener su servicio en funcionamiento, con las restricciones propias de una pandemia pertinaz y una crisis sanitaria sin precedentes, será necesario que pongamos en valor la actitud de los pequeños dueños de los establecimientos que nos venden bebidas y que priorizan la salud (la suya, la de sus trabajadores y la de los clientes) antes que hacer caja y no están dispuestos a una apertura a la brava que se lleve por delante el bienestar de los ciudadanos y que suponga únicamente vender por vender sin otro aliciente que hacer esforzarse a la máquina registradora.

No les gusta la estrategia de las patronal OTEA porque dicen que solo miran a sus intereses, sin importarles en absoluto la situación sanitaria.

Un grupo de autónomos o pequeñísimos empresarios con un número limitado de currantes han desafiado las bravatas de la patronal y se han constituido como asociación con el prometedor nombre de Hostelería con Conciencia (HCC).

No piden que se abra a la ligera, ni que se pueda despedir a los trabajadores. Muy al contrario, son solidarios con la situación sanitaria de Asturias y solo reclaman que mientras estén cerrados por causas de fuerza mayor (y el coronavirus lo es) puedan tener dinero para pagar los gastos propios de un negocio cuando no pueden tener ingresos, es decir, la luz, el gas, el recibo de autónomos y  la Seguridad Social de sus empleados. En definitiva, un plan de rescate para que nadie se quede atrás y nadie tenga que ir a su puesto de trabajo con el riesgo de contraer la enfermedad.

No les gusta la estrategia de las patronal OTEA porque dicen que solo miran a sus intereses, sin importarles en absoluto la situación sanitaria. Quizá porque algunos de ellos trabajan a distancia y solo van al bar sus empleados y los clientes y que esos se contagien les traen sin cuidado. Y porque dicen que solo favorecen a los grandes, sin mirar por los pequeños y piden a todo el mundo que salga  a la calle para poder despedir cuando les venga en gana.

La conciencia de estos hosteleros llega hasta la obligación de seguir cerrados para no causar más daño y consideran que abrir en las condiciones restrictivas que plantea el Ejecutiva asturiano no es rentable y hambre para todos los días, incluido el de hoy.

A servidor le gustaría que las pretensiones de los integrantes de Hostelería con Conciencia se cumplieran al cien por cien, porque sería demostrativo de que el pez pequeño puede salir de vez en cuando a respirar sin que se lo coma el grande.

Reconocen que algunos compañeros les miran por encima del hombro y le reclaman a las administraciones competentes no solo que se hagan cargo de su situación, si no que medien ante las empresas de suministros de servicios para que no les cobren por tener el local cerrado. Por ejemplo, estiman incomprensible que las empresas eléctricas sigan pasándoles el recibo de la luz sin gasto alguno por tener apagadas las bombillas de sus locales.

En este sentido, demandan al Principado que medie ante esas compañías para que decreten una moratoria en el pago de los recibos mientras dure esta situación, aunque no ven empatía en el lado del Gobierno, porque se trata de lobbies poderosos a los que es duro enfrentarse y no tienen confianza en que Adrián Barbón y su equipo lo haga. Frenar el envío de recibos puede suponer que grandes prebostes de las puertas giratorias como Felipe González o José María Aznar nombrados por el morro en los consejos de administración de algunas empresas vean retrasados sus cobros. Y eso es imperdonable.

A servidor le gustaría que las pretensiones de los integrantes de Hostelería con Conciencia se cumplieran al cien por cien, porque sería demostrativo de que el pez pequeño puede salir de vez en cuando a respirar sin que se lo coma el grande. Y también le gustaría que aquellos grandes empresarios del sector que solo se mueven por sus intereses particulares y el gerente de OTEA por poder cobrar su salario íntegro a fin de mes, sin consideración por los sueldos de los otros, recapaciten y se den cuenta de que con su desaforada exigencia de apertura de locales a toda costa solo se están tirando piedras contra su tejado. Salvo que el verdadero objetivo sea que con la tercera ola vuelvan a cerrar los negocios y los pequeños empresarios se arruinen definitivamente. Tengámoslo en cuenta para que luego cuando pase todo este infierno y volvamos a los bares a disfrutar de los amigos, de la música y de un buen vino, seamos selectivos a la hora de escoger el bar en que nos emborrachemos.