Opinión

La itv de Granda

No sé lo que les pasa a los quieroynopuedo de mi pueblo, pero se creen que después de haberse comprado una casina en Granda, han superado ya su condición de clase media en la que les encuadraron los economistas más ortodoxos y han puesto el grito en el cielo ante el anuncio de instalar en ese bonito lugar una Inspección Técnica de Vehículos (ITV) con el pretexto de que llenarían de coches la parroquia rural y se contaminaría toda la zona.

Tendría sentido la queja de esta gente si fueran unos consumados andarines que fueran a pie desde Granda hasta el centro de Gijón haciendo deporte y sorteando la polución o fueran usuarios de la línea 26 que va desde Vega hasta el centro de la ciudad para hacer los trámites necesarios de la vida cotidiana de un pueblerino.

No deja de ser curioso que las mismas derechas que reclaman la ausencia de vehículos en la parroquia rural, exijan la paralización de la peatonalización del muro de San Lorenzo, porque perjudica la circulación por la ciudad

Pero, quia, estos neorurales que tanto echan de menos la tranquilidad en su bonita parroquia rural y que muestran su incomodidad por la invasión de las cuatro ruedas, tienen a la puerta de sus mansiones, sendos todoterrenos que utilizan para ir a toda hostia por la carretera de Ceares hasta el barrio de la Arena, confiando en que los semáforos de la calle Ramón y Cajal estén en verde para no mitigar la marcha.

Más curiosa es la posición de Podemos de Gijón que, posiblemente debido al síndrome de Galapagar, se solidarizan con los propietarios de las casinas de Granda y votan con la derecha de la ciudad para que se evite la ITV, en aras del descanso vecinal.

Los partidos de la oposición consideran que la ITV de Granda es un despropósito, a pesar de que la actual está a tope y necesita un complemento de inspección para poder sacar adelante el trabajo acumulado por la pandemia. No deja de ser curioso que las mismas derechas que reclaman la ausencia de vehículos en la parroquia rural, exijan la paralización de la peatonalización del muro de San Lorenzo, porque perjudica la circulación por la ciudad. O sea que está muy bien que los vecinos de la playa sufran las consecuencias de la contaminación de un porrón de coches por minuto, pero en mi zona residencial no los quiero porque me joden la siesta.

Más curiosa es la posición de Podemos de Gijón que, posiblemente debido al síndrome de Galapagar, se solidarizan con los propietarios de las casinas de Granda y votan con la derecha de la ciudad para que se evite la ITV, en aras del descanso vecinal.

Lo curioso es que en la parcela  en la que el Gobierno del Principado pretende instalar la ITV se define en el marco del plan general de Urbanismo como industrial, lo que quiere decir que el planeamiento aprobado por el ayuntamiento marca claramente que ahí se puede instalar cualquier tipo de industria. De hechos, ya se habían construido unas naves horrorosas, que pertenecieron a la Cooperativa de Agricultores y que vendieron para instalar la ITV.

Desde que el egoísmo de los vecinos de la colonia de El Pisón permite que todos los gijoneses tengamos que pagar una sanción de tres pares de cojones por carecer de depuradora la zona Este de Gijón, se ha instalado entre los quieroynopuedo que viven en las afueras una ola de insolidaridad que obliga a que se la cojan nuestras autoridades con papel de fumar para poner en marcha cualquier iniciativa imprescindible, porque molesta a vuesas mercedes y les resta tranquilidad a su descanso.

Tan zona rural es Granda como Porceyo, llena de polígonos industriales tan necesarios, dicen para la creación de riqueza. Pero debe haber rurales de primera y segunda categoría, porque en un lugar se puede edificar cualquier cosa y en otro, ni hablar del peluquín. Y eso que la carretera de Granda, tanto la que va a Vega, como la que bifurca hacia Mareo son un continuo transitar de coches por la mañana, la tarde y hasta la noche. Pero, claro, en este pueblo mío cada día hay más refalfiaos.