Opinión

Pasamos la ITV

Si me alegro un montón por el acuerdo alcanzado para poner fin al conflicto de la Inspección Técnica de Vehículos (ITVSA) es por varios motivos. Primero porque los trabajadores han concluido con éxito sus demandas laborales, a pesar de las presiones desde distintos ámbitos. Segundo, porque se ha puesto término a la incertidumbre de los conductores que no sabían si podían pasar la revisión correspondiente con la situación en la que estaba la empresa. Tercero, porque se han añejado, al menos momentáneamente, los intentos de un grupo de espabilados que, aprovechando que el Nalón pasa por La Felguera, pretendían privatizar un servicio público.

La conclusión de la huelga hace callar las bocas de quienes pretendían hacer negocio con un bien público y planteaban su privatización

No tengo elementos de juicio para analizar porque fracasaron la consejera de Industria, Nieves Roqueñi, y el viceconsejero del ramo Isaac Pola, en el mismo terreno en el que lograron sus propósitos Gimena Llamedo y Ovidio Zapico. Me imagino que los dos primeros, al ser perfiles de marcado carácter técnico, no tenían el margen de maniobra suficiente de la viceconsejera de Reto Demográfico y el consejero de Ordenación del Territorio, con más peso político que sus antecesores, y que pertenecían a los dos partidos que conforman la coalición de gobierno en Asturias.

El acuerdo alcanzado no solamente pone punto y final a un conflicto que preocupaba a los ciudadanos y a los propietarios de los automóviles que necesitan el visado de la ITV para seguir circulando, sino que engrasa a la vez la química entre las dos formaciones de izquierdas en el Principado, lo que supone un paso más en la estabilidad del Ejecutivo regional.

Los trabajadores han salido airosos de su batalla reivindicativa y, aunque parecía próximo el acuerdo con Pola y Roqueñí, había un aspecto que chirriaba en la propuesta gubernativa, como es el hecho de que la rebaja de 37,5 horas a 35 semanales del tiempo de trabajo estaba sometida a una serie de condiciones. La exigencia de mayor productividad era bastante endeble porque el rigor de la revisión de los vehículos está reñido con la productividad a tope. Aunque en las empresas es un objetivo muy querido, no en todos los sectores la productividad es un bien común. Ni en las ITVs ni en el sector sanitario se plantea que se examine a más enfermos de los habituales para alcanzar una mayor remuneración. Es más, se trata de un error mayúsculo.

Hay algunos en esta comunidad que pretenden ser los sucesores en la influencia del todopoderoso en su tiempo José Ángel Fernández Villa.

Al final, los conductores podrán revisar en tiempo y forma las citas que se les han dado para que sus coches sean examinados por los técnicos de ITVASA y se difumina la inquietud de muchos por tener que circular con la IVT caducada, aumentada por las declaraciones estúpidas de una responsable de Tráfico que aseguraba que, aunque hubiera huelga, quien no tuviera su automóvil en perfecto estado de revista sería asimismo multado. Estas declaraciones pretendían echar a los ciudadanos en contra de los huelguistas, pero tienen muy poco sentido. Sería conveniente, pues, que algunos altos cargos, antes de hacer manifestaciones extemporáneas, se sometieran a un control de alcoholemia.

La conclusión de la huelga hace callar las bocas de quienes pretendían hacer negocio con un bien público y planteaban su privatización, lo que añadía un factor más de irracionalidad a las repercusiones del conflicto y pone en solfa a los que apostaban por esta liberalización sin indicar, además, cuáles serían sus propuestas para poner fin a los paros. Solo llenarse los bolsillos de dinero.

Agradezcamos, pues, los asturianos de buena voluntad a que esta ofensiva de los buitres del negocio se haya ido al garete, porque hay algunos en esta comunidad que pretenden ser los sucesores en la influencia del todopoderoso en su tiempo José Ángel Fernández Villa. Afortunadamente, a los partidarios del enriquecimiento rápido les hemos expulsado de la carretera. Y que esta afirmación es cierta lo corrobora que Vox haya puesto el grito en el cielo por la “oportunidad perdida” de una externalización de manual.