Opinión

La llingua y los babayos

La llingua

Puedo entender perfectamente, y de hecho lo hago, que muchas personas no comprendan bastantes palabras del asturiano y que tengan dudas sobre su viabilidad, siempre y cuando se hagan desde el respeto. También yo, y perdonad la inmodestia, que me tengo por una persona con conocimientos del castellano lexicográfico por encima de la media, no tengo certezas sobre todos los vocablos de mi lengua oficial y en muchas ocasiones tengo que acudir al diccionario o a aventurarme a un significado por deducciones etimológicas.

A veces los complejos de inferioridad de algunos sujetos mueven a cachondeo y son acreedores ideales al calificativo de babayu

Pero una cosa es que no se entiendan aspectos parciales de la llingua y otra que se desautorice todo un corpus lingüístico y territorial únicamente por cuestiones de sectarismo o de banalización de todos los idiomas que no sean el castellano. Se puede ser, incluso, contrario a la oficialidad (yo estoy a favor), pero no por ello denigrar la lengua vernácula de muchos ciudadanos nacidos y residentes en Asturias.

¿Para qué creen algunos que existen las academias, que están asentadas en más de veinte países de todos los que tienen el castellano como lengua oficial?

Y luego están los mazcayos de turno que aseguran que el asturiano es un idioma inventado que solo sirve para amamantar económicamente a cuatro aprovechados con chiringuitos de dudoso valor académico. Si los que argumentan este sofisma lo dicen porque es precisa una normalización, a su condición de analfabetos, les une su diagnóstico de paletos, porque normalizar, normalizar, lo hacen todas las lenguas. Y por supuesto, el español. ¿Para qué creen algunos que existen las academias, que están asentadas en más de veinte países de todos los que tienen el castellano como lengua oficial?. A ver si piensan que los franceses no tienen un comité de sabios, o dicho como sea, que se encargan de limpiar, fijar y dar esplendor a su idioma .

A medida que la llingua ha tenido presencia en la sociedad civil asturiana y ha traspasado el umbral de los debates filológicos, de experto han crecido exponencialmente las personas que niegan la existencia de este idioma (afortunadamente ya nadie pregona que es un dialecto) y que se convierten en auténticos babayos, una feliz expresión de este bonito asturiano de mis entretelas y que deja bien claro que el mejor insulto que se hace a alguien que presume de gilipollas, es con este vocablo de la legua de Pachín de Melás.

A veces los complejos de inferioridad de algunos sujetos mueven a cachondeo y son acreedores ideales al calificativo de babayu. Fijaros en este diputado de carne de Sálvame que es el parlamentario de Vox, Ignacio Blanco, que se jacta de contestar en inglés a quien en sede parlamentaria le hable en asturiano. Bueno, babayu es quedarse corto. Mazcayu y faltosu. No tenemos remedio.