Opinión

Los malos comienzos

Pese a que pueda ser cierto ese dicho de que los gitanos no quieren buenos principios, parece que el refrán no añade que tampoco los quieren catastróficos, porque una cosa es no empezar con buen pie y otra cosa es que andes trastabillándote desde el minuto cero que llegues a un sitio y seas el objeto de crítica de todos los que se encuentran a tu alrededor.

Algo así debió pensar el nuevo `presidente de los empresarios del metal de Asturias (Femetal) Antonio Fernández-Escandón cuando se dio cuenta de las reacciones a su primer discurso en el cargo y que no fueron precisamente laudatorias porque sus declaraciones se habían pasado de rosca. Dejémoslo como un traspié ante la falta de experiencia del patrón.

Y así, dos días después de sus palabras, Fernández-Escandón, se encontró con una ristra de críticas procedentes, básicamente, de las centrales sindicales, pero no solo de ellas, recordando que la palabra dada y firmada es, en esta región al menos, una cosa sagrada.

Recapacitemos, Fernández-Escandón se dirigió a sus pares el pasado jueves para presentar los rasgos generales de lo que será su programa en la federación de la que fue designado máximo responsable hace poco. En su énfasis por plantear los problemas que atraviesa el empresariado en estos procelosos tiempos de la inflación, el líder de Femetal auguró que la subida de precios iba a poner en peligro el cumplimiento del convenio del sector, que seis meses antes y no sin sacrificios por todas las partes, se había rubricado en aras de la paz social.

Pero, claro llegar al puesto y advertir de la imposibilidad (o casi) de cumplir lo pactado medio año antes es un riesgo extremo que solo puede encontrar fuertes resistencias en el resto de organizaciones que suscribieron el acuerdo. Y así, dos días después de sus palabras, Fernández-Escandón, se encontró con una ristra de críticas procedentes, básicamente, de las centrales sindicales, pero no solo de ellas, recordando que la palabra dada y firmada es, en esta región al menos, una cosa sagrada.

Si el patrón  de los metalúrgicos hubiera dicho que la inflación es un hándicap para el desarrollo de las empresas, pero hubiera asegurado la firma del convenio o si hubiera solicitado a los sindicatos una reunión para ver la forma de no comprometer la palabra, pero tampoco a la empresa, posiblemente la visceral respuesta de algunos no se hubiera producido. Pero esa falta de experiencia, que obviamente, se adquiere con el tiempo,  ha sido determinante. Entre otras cosas porque la inflación también afecta a los bolsillos de los currelas.

Me da la impresión, también, de que desde la patronal no se has tenido el tino suficiente para haber previsto que la subida de precios era un factor que se veía venir, aunque a lo mejor, no de esa manera tan rauda y vertiginosa. Para eso están, además, los servicios de análisis de los agentes sociales, que todos tienen y que forman buenos profesionales. Y este buen hombre ya estaba en el meollo de la cuestión cuando surgió el problema

Es evidente que Antonio Fernández-Escandón no ha tenido buenos principios. Y que ha metido la pata. Pero todo tiene arreglo si en sus próximas actuaciones como presidente de Femetal se somete al guion y no dice cosas desatinadas que hieran los oídos de los que cobran de sus empresas. Como no creo que sus desafortunadas frases sean una provocación, me imagino que sus compañeros y adversarios le darán otra oportunidad. Por aquello de que un tropezón cualquiera da en la vida.