Opinión

La cada vez más cara vuelta al colegio

Todos los años en el mes de septiembre ocurre lo mismo: Las familias se ponen de los nervios porque los hijos y las hijas tienen que ir a clase otro curso y resulta que cada año esta rutina anual sube y se vuelve cada vez más cara. Y los periódicos nos alertan del gasto de los ciudadanos para afrontar la educación de los más pequeños en un momento en el que las economías no están del todo boyantes porque las vacaciones han consumido buena parte de los ahorros de quienes todavía han podido cambiar de aires durante el verano.

Desengañémonos. Todas las actividades circulares de los españoles tienen un coste: las fiestas, los colegios, las excursiones, la ropa y todo aquello que es necesario para seguir viviendo en una sociedad en la que el consumo nos consume bastante de nuestros dineros. Pero se trata de hacerlo de la manera más racional posible y de buscar  lo menos oneroso para el bolsillo familiar.

¿Es necesario que haya libros de texto obligatoriamente en los primeros cursos de la enseñanza?

Este año lo que más han subido han sido los libros, lo que representan porcentajes superiores al diez por ciento con respecto al pasado año. Y lo que es peor para muchas familias con dos hijos, que es que el segundo no puede aprovechar los libros de texto del primero porque se han producido cambios. Esta queja es bastante frecuente en tertulias donde haya padres y madres con hijos en edad escolar, que están bastante cabreados por las circunstancias.

Y digo yo, ¿es necesario que haya libros de texto obligatoriamente en los primeros cursos de la enseñanza?. Lo digo porque las fórmulas vinculadas a los apuntes que tengan una base textual, pero sin necesidad de hacerse con los volúmenes pueden ser fundamentales para que los chavales y las chavalas vayan aprendiendo a tomar apuntes, seleccionar y elegir el método de estudio más adecuado para los tiempos en los que la memoria no es erl principal factor de educación.

Es verdad que sin los libros de texto, muchas editoriales perderían grandes cantidades de dinero y eso también perjudicaría a otras familias, las de los empleados de esas empresas que se quedarían sin trabajo si no hay la suficiente demanda. Pero siempre hay recovecos por donde se puede ahorrar y salvar las economías de muchas familias, ya de por sí bastante paupérrimas. Por ejemplo, en algunas localidades asturianas se ceden libros de texto a alumnos que carecen de presupuesto para su adquisición. En Gijón, desde la época en la que Javier Suárez Llana presidía el Conseyu de la Mocedá, se intercambian libros de texto y, a juzgar por las colas que se producen y la gran cantidad de familias que se benefician de ellos, el éxito de la iniciativa es muy loable.

En los centros que no son de titularidad estatal, el material escolar y los libros de textos son casi un 20% más caros

Se pueden pedir ayudas municipales para la adquisición de libros, en función del dinero de los solicitantes, presentando la declaración de la renta y hay que decir, en honor al Gobierno asturiano, que la compra de ese material escolar es deducible en la declaración de la renta hasta en su totalidad, dependiendo de los casos, lo que supone un incentivo muy importante para las familias.

Los datos que manejan los medios de comunicación advierten de que la escuela pública es mucho más barata que la escuela privada, hasta el punto de que en los centros que no son de titularidad estatal, el material escolar y los libros de textos son casi un 20% más caros, lo que deja bien a las claras que por mucho que digan algunos profetas, los colegios privados son más caros que los públicos. Y según todas las estadísticas, menos eficientes.

En este ámbito se produce una especie de trampa saducea entre los que llevan a sus hijos a colegios no públicos que es sumar el coste de los uniformes al precio global de la vuelta ala temporada escolar. Y eso es como sumar peras y manzanas, que diría Ana Botella. Los uniformes no son obligatorios para aprender, sino que se trata de una medida de distinción que a muchos ciudadanos les viene muy bien porque quieren hacerse notar que no mandan a sus hijos a las escuelinas de toda la vida. Allá ellos, si quieren gastar más, pero lo que en España es obligatoria es la educación, no la vestimenta para ir a clase. 

Preparados, pues, padres y madres, para mover el bolsillo y darle un paseo a vuestros ahorros. Quien quiera ver a sus herederos progresar, ya sabe lo que tiene que hacer: rascarse las cuentas corrientes, aunque no estaría de más que el Estado que tanto ayuda a quien no lo necesita, echara una mano a estos padres jóvenes (y no tanto) para hacerles la vida escolar menos costosa. Lo agradecerán.