Opinión

El progreso soterrado

Es una muy buena noticia la campaña en favor de la utilización del servicio público ferroviario que ha puesto en marcha el Gobierno de la nación, porque la invitación a viajar en tren mediante los incentivos de la gratuidad va a permitir que buena parte de los usuarios actuales permanezcan fieles a este medio de transporte y olviden por un buen tiempo el uso masivo de los vehículos individuales, en beneficio del medio ambiente y de la calidad del aire que respiramos.

El servicio de Cercanías de Renfe y Feve se ha incrementado considerablemente después del plan del Ejecutivo, ya que los trenes van mucho más llenos, tal y como yo mismo puedo atestiguar porque viajo con relativa frecuencia en ferrocarril por Asturias y aunque el desembolso de mucho dinero para financiar la gratuidad de los trenes es ostensible como en toda iniciativa comercial, se espera recaudar una cantidad importante que reequilibre las cuentas. Y si no fuera así, tan poco parece tan abrumador, porque se genera una conciencia ambientalista que, a pesar de lo que parezca también cuenta.

Aquel vendedor de humo que fue el ministro de Fomento y anteriormente alcalde de Santander, Íñigo de la Serna llegó un día a Asturias dispuesto a comerse el mudo y el soterramiento con una serie de propuestas que convencieron a algunos, pero de las que nunca más se supo

El Gobierno de Asturias también ha colaborado en esta campaña, aunque, desgraciadamente, ha coincidido en el tiempo con las obras del esperado soterramiento de Langreo con la mejora del tramo entre El Berrón y Pola de Laviana, en la línea que va desde esa localidad hasta Gijón que, aunque es de titularidad estatal (¿para cuando las transferencias al Principado de las cercanías de Feve?) tiene una importante repercusión en la economía asturiana.

El uso de esta línea me trae muchos recuerdos infantiles cuando viajaba desde mi ciudad natal hasta el término del trayecto para visitar a mis familiares de la Cuenca, aunque el recorrido durase toda una eternidad. Ahora es casi lo mismo porque al no haber enlaces ferroviarios, la compañía ha puesto a disposición de los usuarios autobuses cuyo recorrido, al parar impepinablemente en todas las estaciones dura aún más que cuando se iba por la vía.

Lo que debería ser una solución rápida es el soterramiento de las vías en el municipio de Langreo y de que los vecinos vienen reivindicando una solución desde hace muchos años, tantos que ya bastantes de ellos han desistido por la desesperante lentitud del proyecto, aunque todavía los hay inasequibles al desaliento que siguen peleando por ver el progreso soterrado.

Aquel vendedor de humo que fue el ministro de Fomento y anteriormente alcalde de Santander, Íñigo de la Serna llegó un día a Asturias dispuesto a comerse el mudo y el soterramiento con una serie de propuestas que convencieron a algunos, pero de las que nunca más se supo y no porque se fuera del ministerio, sino porque sus ideas tenían poca consistencia y menos aún concreción económica. O sea que otra decepción más para los langreanos.

Algunas disensiones internas entre los partidarios del soterramiento, los intereses de algunos por aparecer en la foto y la displicencia de los poderes públicos han llevado al soterramiento de Langreo a un letargo del que es urgente despertar. Los más constantes, las secciones sindicales del sector ferroviario, siguen insistiendo en la perentoriedad del avance porque se juegan el futuro del tren y la creación de más puestos de trabajo. Argumento tan sencillo como inapelable.