Opinión

Salvemos la Vega

El paletismo tiene muchas formas de expresión. Una de ellas, es la ampulosidad, es decir la manera en la que alguien trata de presentarse a los demás como una persona grandona que quiere pasar a la posteridad. Es el paleto ampuloso, que se caracteriza por el deseo de agradar, de que se hable de él, pero que tiene como objetivo, aparte de pasar a la microhistoria, cobrarse, en especies o en dinero, una pequeña comisión, aunque solo sea de esperada vanidad.

Algo hay de esa presuntuosidad cateta en la propuesta del ayuntamiento de Oviedo para reconvertir la antigua fábrica de armas de La Vega en un nuevo espacio incorporado plenamente a la ciudad, después del acuerdo, aún no rubricado del todo, entre el Gobierno local y el Ministerio de Defensa para la reversión de los terrenos, una vieja reivindicación de los ciudadanos, cuando estaba aún en ciernes la desmilitarización de La Vega.

Cuando en la capital de Asturias hay una gran cantidad de vivienda todavía desocupada, sobrante del boom inmobiliario de los primeros años del siglo XXI, la idea del equipo que lidera como alcalde Alfredo Canteli es construir nada menos que mil viviendas en los antiguos terrenos industriales

En tiempos del tripartito, no hace mucho por tanto, había un proyecto que ligaba la conversión de la antigua fábrica de armas de la capital con la rehabilitación del trozo final de la autopista que llegaba hasta la avenida del General Elorza en una especie de bulevar, ajardinado y peatonal, con el loable propósito de mejorar el acceso a la ciudad y convertir la zona en un lugar de encuentro de los habitantes de Oviedo y sus visitantes. Un proyecto que, por cierto, aún se mantiene vivo por decisión de los jueces.

Acabó el tripartito, llegaron los nuevos dirigentes locales configurando una coalición de la derecha de toda la vida y el bulevar se fue al garete, ya que a los nuevos rectores de la ciudad no les gustaba tanto que los ovetenses pasearan y se mostraron más partidarios de que los coches llegaran sin interrupción, salvo la semafórica, hasta la calle Uría.

Coincidió en el tiempo esta desestimación del bulevar de la autopista (que, por cierto contribuía a evitar que los ruidos de la carretera erosionaran aún más el monumento prerrománico de San Julián de los Prados) con el acuerdo entre administraciones para que Oviedo fuera a gestionar los terrenos de la fábrica de La Vega, aunque me da la impresión de que el verbo a utilizar para dar precisión al objetivo del ayuntamiento actual sería rentabilizar, dadas las características del proyecto que persigue.

La planificación urbanística de Canteli y su socio de coalición, Nacho Cuesta, es de tal irracionalidad que tiene como objetivo dividir La Vega en dos

Cuando en la capital de Asturias hay una gran cantidad de vivienda todavía desocupada, sobrante del boom inmobiliario de los primeros años del siglo XXI, la idea del equipo que lidera como alcalde Alfredo Canteli es construir nada menos que mil viviendas en los antiguos terrenos industriales, lo que solo apunta a un deseo especulativo menos que a la pretensión de atender la demanda ciudadana de pisos.

En ese paroxismo de paletos que orienta la labor inversora de la Corporación ovetense figura la construcción en la antigua fábrica de La vega de una torre de veinte pisos, frustración fálica de alguien que piensa todavía que la altura de los edificios es consustancial con las hechuras de una gran ciudad, como si Oviedo fuera el mismísimo Nueva York. Es posible que las constructoras aplaudan con las orejas esta iniciativa de erección de una mole de esas características, pero el atentado visual y la poca rentabilidad que se le va a sacar al invento convertirán a la capital asturiana en motivo de chanza en el mundo mundial.

La planificación urbanística de Canteli y su socio de coalición, Nacho Cuesta, es de tal irracionalidad que tiene como objetivo dividir La Vega en dos, como consecuencia del paso de la autopista, tal y como señalan destacados profesionales de Oviedo y los miembros de las asociaciones que postulan darle una solución racional a lo que fueran terrenos industriales en el portal de entrada a La Tenderina.

Los opositores a esta barbaridad urbanística volverán a movilizarse para tratar de que la opinión pública conozca cuales son sus propuestas e intereses. Y de paso que también lo sepa la opinión publicada porque el pasado 5 de noviembre en que un muy numeroso cortejo de ciudadanos salió a la calle para exigir salvar La Vega, en algunos medios de comunicación ligados al antiguo Movimiento Nacional, se ninguneó la información. Como en tiempos de aquel señor bajito que mandaba tanto.