Opinión

La Santina viaja en tren

Con motivo de la puesta en funcionamiento de la variante de Pajares, después de tantos años de espera, hemos sido muchos los asturianos que hemos aprovechado la circunstancia para viajar a Madrid a conocer los avances en tiempo y forma que supone tardar una hora menos en alcanzar la capital de España y, a la vuelta, todos nos hemos hecho cruces sobre las mejoras en el ferrocarril y lo pronto que pasa el tiempo, hasta el punto de que en hora y media ya te anuncian por los altavoces que estamos entrando en León. Bueno, todos no. Los que sufrieron retrasos a causa de problemas con las catenarias (o esa era, al menos, la versión oficial) no gozaron de los placares de disfrutar de la nueva comodidad del tren.

La imagen de la Santina recostada en un asiento del tren suena bastante ridícula y, aunque la voluntad de quien la sentó en la plaza reservada a los viajeros haya sido la mejor de todas, el resultado final no favorece el objetivo de darle a la patrona de Asturias el carácter que se merece

Lo que menos podíamos pensar los ciudadanos asturianos era que ese viaje iba a aprovecharlo también la Virgen de Covadonga para dar ejemplo como patrona de Asturias y comprar un asiento desde Madrid a Oviedo para disfrutar del acontecimiento. La imagen fue trending topic en toda Asturias y seguro que la habéis visto en las páginas de los periódicos, acompañando al padre Ángel en su trayecto hacia Asturias.

Tengo respeto por este sacerdote mierense que hace de la caridad una de sus formas de vivir su fe más destacadas, aunque a mí personalmente me parece demasiado mediático y no cumple con el precepto bíblico de que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha o viceversa. Pero reconozco que a lo mejor ese es el método más apropiado para recaudar más dinero y comida para los desfavorecidos y, por lo tanto, acepto la enorme publicidad del cura con bufanda y pañuelo rojo.

Sin embargo, coincidiréis conmigo en que la imagen de la Santina recostada en un asiento del tren suena bastante ridícula y, aunque la voluntad de quien la sentó en la plaza reservada a los viajeros haya sido la mejor de todas, el resultado final no favorece el objetivo de darle a la patrona de Asturias el carácter que se merece. Y lo digo yo, que soy un ateo irreductible, pero que respeto la simbología de los creyentes.

Por mucho que al presidente del Principado, creyente confeso, la visión de la Santina en el Alvia de Madrid a Asturias le llenara de satisfacción, no coincido en absoluto con Adrián Barbón en su apreciación sobre la imagen porque a muchos católicos les dio vergüenza ajena y una utilización un tanto burda de lo que supone un distintivo de la marca Asturias. Cierta contención gráfica y literaria posiblemente hubiera sido más beneficiosa para los propósitos del viaje en tren.

Casi era preferible, y que me perdonen mis admirados amigos de Asturias Laica, que se hubiera oficiado un acto de acción de gracias en cualquier estación del recorrido para agradecer la intercesión divina y virginal por haber llevado a buen término los trabajos de la variante de Pajares, sorteando una orografía tan bella como salvaje pero que limita mucho la llegada desde Asturias a la Meseta en un tiempo razonable. Por respeto, incluso, a los que tienen fe, la imagen de la Virgen de Covadonga sentada en su localidad y arrimada al respaldo del asiento, me pareció un tanto desafortunada. Dicho sea sin acritud.