Opinión

El solitario adiós del Rey

 

Una simple escalera y un trabajador de los servicios municipales han sido las sencillas herramientas para ponerle la rúbrica a una decisión tan de calado como cambiarle los rótulos de la calle que estuvo dedicada a Juan Carlos I por los del primer alcalde democrático de Gijón, José Manuel Palacio, que ha pasado casi inadvertido, sino fuera porque los periódicos dieron fe del ‘destronamiento’.

Afortunadamente, y a pesar de algunas protestas de los sectores más monárquicos de la ciudad, la rotulación de la nueva calle no suscitó la indignación ciudadana

El ayuntamiento gijonés ha tenido a bien cumplir el trámite de impedir que un corrupto, putero y ladrón siga presente en el nomenclátor de la ciudad y devolverle ese honor a José Manuel Palacio en un acto de justicia poética, puesto que el nuevo propietario de la avenida es todo lo contrario que el emérito campechano: austero, nada mujeriego y honesto a carta cabal, hasta el punto de que prefería llevarse un bocadillo hecho en casa a Madrid que parar en un restaurante a gastar las dietas. Es verdad que era demasiado economizador, pero entre el fallecido alcalde y Juan Carlos I no hay color.

Afortunadamente, y a pesar de algunas protestas de los sectores más monárquicos de la ciudad, la rotulación de la nueva calle no suscitó la indignación ciudadana. Solo algunas tibias quejas de los que siempre buscan pretextos extraterrestres, como lo de que el cambio de tarjetas para residentes va a costar un potosí o alguna sinsustanciada por el estilo. Cualquier cosa con tal de no reconocer que no les importa que el honor de ostentar el nombre de una calle pueda merecérselo un corrupto. Y eso sin conocer todavía los verdaderos entresijos del personaje.

Se llegó a argumentar que otros nombres ilustres del callejero gijonés no tenían ninguna relación con la ciudad, como si homenajear a algunos intelectuales y creadores tenga que pasar por el tamiz del localismo

Es curioso que algunos de los detractores del cambio de calle apelen a la presunción de inocencia para justificar su oposición al derrocamiento de Juan Carlos I. Y uno se pregunta si no es un verdadero indicio acusador que el titular del callejero ande huido de España a un país absolutista, que la Justicia suiza indague en sus cuentas para certificar cuanta pasta ha robado y no ha declarado a la Hacienda pública  y que cada poco se haga una supuesta regularizado de pagos fiscales, que luego resultan falsos. Con mucho menos se cambiaron las calles de Madrid que les pertenecían a Largo Caballero y otros líderes de la izquierda histórica.

Y puestos ¿qué relación especial tenía el Emérito con Gijón? ¿Sus visitas al Horóscopo?.

Se llegó a argumentar que otros nombres ilustres del callejero gijonés no tenían ninguna relación con la ciudad, como si homenajear a algunos intelectuales y creadores tenga que pasar por el tamiz del localismo. Y puestos ¿qué relación especial tenía el Emérito con Gijón? ¿Sus visitas al Horóscopo?.

Se ha dado la coincidencia de que la retirada práctica de la calle de Juan Carlos I coincide con un acuerdo municipal para futuras designaciones de vías públicas, incluidos, parques, jardines y alamedas, pero ha sido la única respuesta racional de la oposición a la aparición de una avenida para José Manuel Palacio. Y dicho esto, a ver en qué se concreta, porque como dice el texto aprobado, “puede haber excepciones”-

   Lo único que lamento de esta modificación del nomenclátor es que se haya producido casi en soledad y sin la algarabía propia de un acontecimiento histórico en la ciudad. Yo espero que alguna entidad memorialista, vecinal o de donde sea, organice una fiesta para celebrar el cambio. Y animo a quien sea, a que la organice. La plaza de la Ciudad de La Habana, que divide dos tramos de la antiguan Juan Carlos I puede ser el escenario ideal. O el mismísimo parque de Moreda.