Opinión

La voz de Asturias en el congreso

Si la vida es eterna en cinco minutos, como cantaba Víctor Jara, imaginaros en tres años y medio que es el tiempo transcurrido desde que la Junta General del Principado acordó dirigirse al Congreso de los Diputados para que se aprobara la universalización de la Sanidad, lo que fue rechazado por sus señorías aduciendo que el caso estaba ya cerrado.

Claro que el tiempo pasa con rapidez. En 2017, cuando el Parlamento asturiano dio el visto bueno a la iniciativa, aún gobernaba Mariano Rajoy que en nombre del Partido Popular había retirado la sanidad a los inmigrantes y aprobado el copago farmacéutico, siempre en apoyo de los grandes empresarios de la salud.

En los años que mediaron entre esa iniciativa y la visita al Congreso donde se oyó la voz de Asturias reclamando la sanidad universal, una moción de censura hizo caer al Ejecutivo derechista y llevamos año y pico con un Gobierno de coalición progresista. En ese tiempo, se pusieron las bases para que todo el mundo pudiera integrarse en el sistema nacional de salud y se aprobaron medidas en favor de que el copago farmacéutico se derogara.

Esta ha sido la razón por la que el Congreso desestimó la propuesta asturiana, que llevaron presencialmente a la Cámara Baja a los tres representantes de la izquierda asturiana, que incluso, votó en contra o se abstuvo en la iniciativa que presentaron, lo que no deja de ser paradójico.

No creo, sin embargo, que el rechazo del Congreso a las inquietudes de los asturianos, haya sido una desconsideración hacia Asturias como comunidad autónoma ni como inspiradora de propuestas progresistas

Entendiendo que no se puede aprobar algo que ya está en funcionamiento, parece poco aceptable que se haya permitido el viaje y la oratoria de Dolores Carcedo, Daniel Ripa y Ovidio Zapico y se les haya votado desconsideradamente. Podrían haber hecho decaer la iniciativa o, si eso es posible, que desconozco esa matización de la mecánica parlamentario, transaccionar (perdón por la palabreja) la propuesta con alguna incorporación de consenso que hubiera contentado a todo el mundo. Todo menos esa desconcertante negativa.

Y ya no solo por los gastos ocasionados por la presencia de los tres representantes asturianos, sino por la propia credibilidad de las iniciativas autonómicas que pretenden mejorar el funcionamiento de la vida de los españoles. Creo que fue una auténtica pirueta política.

No creo, sin embargo, que el rechazo del Congreso a las inquietudes de los asturianos, haya sido una desconsideración hacia Asturias como comunidad autónoma ni como inspiradora de propuestas progresistas. Creo que ha sido una desconsideración al sentido común, porque no hubo siquiera una pizca de imaginación para que nuestros representantes no hicieran el ridículo.