Ángeles Canto Granda (86) y Manuel Castaño Cabrales (87) viven en el barrio de Abajo de Vallubil (Parres), donde se criaron, se conocieron y donde llevan viviendo prácticamente la vida entera, salvo la temporada que fueron emigrantes en Bélgica, donde estuvieron un lustro.
Mañana, domingo, este matrimonio de parragueses será homenajeado con motivo del Certamen de la Castaña. Ese día, recibirán la distinción de Paisanos del Año 2015.
Ángeles y Manuel recuerdan sus años de rapaces, su etapa en Bruselas donde él trabajo en la fábrica de motores de coches y ella en una de cremalleras, «lo que más nos sorprendió fue la cantidad de marroquíes que nos encontramos allí. Nos costó acostumbrarnos», recuerda Manuel; cuentan orgullosos la «carrera que acaba de sacar la más pequeña de las tres nietas, Sheila»; o describen como era aquella vaca, de dos metros de larga, con cabeza de Ratina y ubre de holandesa, que Manuel vendió a «Manolito Tabayón, por 180.000 pesetes», cuando una vaca buena se vendía entonces por veinte mil duros. Pero lo que nunca se les va a olvidar y rememoran como si fuese ayer será aquel 17 de febrero de 2012 cuando la casa en la que habían vivido siempre fue pasto de la llamas dejándoles con lo puesto, porque no les dio tiempo a salvar nada. «Porque ardió a las diez de la mañana, que si quema de noche aquí nos hubiésemos quedáu los dos», recuerdan.
Hace dos años que estrenaron la casa en la que nos recibieron el lunes, levantada sobre los restos de la que ardió, no sin pocas trabas por parte de la polémica arquitecta municipal de Parres. «Quedarse sin su casa fue un disgusto muy grande, por fortuna la han visto rehecha y la pueden disfrutar, pero lo pasaron muy mal», recuerda su hija Conchi.
