Opinión

Gracias, Toni

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photo_camera Toni Caldevilla flanqueado por Emilio G. Longo y Álvaro Palacios en el desfile de Les Carroces del Bollu de 2016.

Si nada se tuerce, en breve volveremos a celebrar El Bollu como la ocasión lo requiere, por lo que quiero aprovechar esta tribuna para agradecer a la comisión entrante el valiente paso al frente y a la saliente los valiosos y altruistas servicios prestados. Imposible, eso sí, no acordarme en estos momentos de una persona en concreto. En los pueblos pequeños, y Arriondas lo es, todos nos conocemos, por lo que a Toni yo lo recuerdo desde siempre: era el padre de amigos con los que compartí aula, juegos, carrozas dominicales y hasta algún viaje de fin de curso, era albañil como el mío y, a partir de 1991, fue el presidente de la Sociedad La Peruyal, encargada de organizar los festejos más populares del concejo. Ahí comencé a tratarlo más directamente, coincidiendo con mi aterrizaje en el mundo laboral, ya que La Xunca, el bar donde yo rompía vasos y hacía como que trabajaba, se emplaza en el corazón del barrio y muchas veces se convertía en oficiosa sede o lugar de encuentro donde se ultimaban asuntos o se resolvían entuertos. Aunque afortunadamente nunca me he visto en tal tesitura, no resulta difícil suponer que preparar un programa de actos de semejante envergadura no es tarea sencilla y que los imprevistos deben ser moneda común. Pues, con eso y todo, jamás vi a Toni dar una contestación desabrida ni poner mala cara a nadie. Y motivos, evidentemente, no le faltaban, porque no escaseábamos (el plural inclusivo es a propósito) quiénes realizábamos críticas (bienintencionadas las más, aunque no siempre) a lo propuesto u omitido, pero escurríamos el bulto cuando se nos ofrecía implicarnos más activamente colaborando desde dentro. Igualito que ahora, vamos. Debido a su cargo, a Toni le hicieron muchas entrevistas en las que nunca se dio la más mínima importancia, aunque lo que a mí me llamaba poderosamente la atención era la dificultad para encontrar una foto en la que saliera sonriendo, quizá porque no hacía falta, ya que la bonhomía la llevaba de serie.

La temprana pérdida de personas a las que apreciamos duele independientemente de las circunstancias en que se produzca, pero a mí me jode muy especialmente que Toni se haya ido sin poder ver su fiesta restaurada plenamente por culpa de esta plaga que nos ha caído en desgracia. Cuando finalmente podamos disfrutarla, espero estar allí como tantas otras veces brindando con amigos o familiares y estoy seguro de que bastantes de estos brindis lo tendrán como destinatario, porque él y su equipo son corresponsables de algunos de los momentos más gozosos de varias generaciones de parragueses. Particularmente, tengo unos cuantos favores que agradecerle y así lo hice en su debido momento, aunque también la sensación de que es posible que algunos, dado mi natural desaliño, se me quedaran en el tintero. Así que, aunque no suelo erigirme en portavoz de casi nada ni nadie, hoy sí creo hablar por boca de muchos si emito un bien sonoro:

¡Gracias, Toni! ¡Viva El Bollu! ¡Puxa La Peruyal!