Elsa Bedriñana Madiedo nació en Buenos Aires en 1931 y con cuatro años llegó a Miravalles (Villaviciosa). Elsa se puso detrás de la barra de Casa Víctor –que regenteaba su padre– con 25 años y desde entonces su vida ha girado en torno al último chigre-tienda de Villaviciosa que ahora cierra sus puertas.
Casa Víctor fue un referente durante años «vendíamos de todo, desde pan a tornillos, cerilles, toda clase de comestibles, abonos y aperos para el campo, madreñes, fesories. Y vendíase mucho aceite, sal pa la matanza, sidra casera, chocolate, callos pa ferrar les vaques y caballos. Recuerdo cuando llegó el Cola-Cao, aquello si fue una gran novedad. Pero cuando comenzaron las grandes superficies, dejamos de tener tanto porque ya no compensaba», rememora Elsa.
Casa Víctor fue durante décadas lugar de reunión, de echar la partida, de charlar «se cantaba después de tomar unes botelles de sidra. Pero los tiempos cambiaron, y de que manera, porque ya a penas hay quien eche la partida, la gente casi no se reúne y sólo hablan de fútbol, ye una pena».
Elsa va a echar de menos a la clientela de toda la vida, pero más la van a añorar estos, como Víctor Moriyón, «era el único bar que quedaba abierto en varias parroquias a la redonda, y esti ye un lugar de muchu pasu, ye una pena, pero Elsa ya se tien ganáu un merecíu descansu».
La “chigrera”, no obstante les tranquiliza «aunque ahora el bar se cierre, como mi casa está enfrente, vendré cada día, no lo podré evitar, y este lugar donde pasé 59 años siempre estará abierto a una charla con cualquiera que pase a verme, seguiré ayudando a quien pueda como hice siempre».
Vecinos y clientes de Casa Víctor obsequiaron a Elsa con una merienda sorpresa hace unos días, a modo de homenaje por su larga trayectoria.