ISOLINA CUELI

Nuri, el periodista surcoreano que contará sus caminos en un libro

El periodista y peregrino prefiere no hablar sobre la situación en Corea del Norte por miedo a represalias.

isolina-camino-norte.jpg

Nuri, peregrino y periodista surcoreano

 

En el albergue municipal de La Isla (Colunga), regentado por Angelita García Nosti, es muy difícil encontrar una plaza libre. Son casi las cinco de la tarde y en la amplia mesa del exterior se encuentran cinco personas, unos comiendo y otros de tertulia. La voz cantante en español la lleva el alemán Felix Pausch, de 18 años, natural de Babaria. Acabó el bachillerato y se echó al camino para pensar y para hacer tiempo antes de decidir hacia dónde orientará su vida profesional. De momento, el próximo año trabajará en un hospital para ver si su vocación está en la medicina. Lo que sí tiene claro es que será algo relacionado con las personas, «no quiero pasarme la vida delante de un ordenador». Salió de Irún hace casi dos semanas y ya suma experiencias muy interesantes y encuentros inolvidables con personas que formarán parte de su vida. Es el caso del también alemán Fritz Hagemeier, de 25 años, natural de Dormund, estudiante de Económicas, hospitalizado durante tres días en San Sebastián para curar una infección alérgica, y que, una vez recuperado, también disfruta de esta «experiencia de vida». Los dos germanos forman trío con el periodista de Corea del Sur Hanbitnuri Park, Nuri para los amigos, de 31 años. Por la mañana salen juntos, pero cada uno camina a su paso. Se esperan para tomar un refrigerio y vuelven a coincidir en el albergue de destino, en este caso, La Isla.

Nuri Park ha sido la sorpresa de este encuentro en el Camino del Norte. Con la ayuda de Felix Paush, Nuri contó a El Fielato que su motivo para viajar a Europa y hacer el Camino de Santiago es doble: por una parte, religioso, ya que se confiesa cristiano, pero también profesional. El periodista, que trabaja en Seúl, en la edición surcoreana de la revista Grazia, piensa escribir un libro sobre su experiencia en el Camino del Norte. No será en el formato de guía del peregrino, sino más literario. Cuando llegue a Santiago volverá sobre sus pasos para hacer el Camino Francés, que será motivo de otra publicación para ayudar a sus compatriotas, cada vez más presentes en la Ruta Jacobea.

camino-norte-albergue-la-isla

Grupo de peregrinos en el albergue de La Isla (Colunga).

Pero Nuri no se conforma con recopilar datos para su libro. A diario hace campaña en recuerdo de las miles de mujeres jóvenes surcoreanas que fueron utilizadas como esclavas sexuales en Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, estas mujeres intentan que el Gobierno japonés les pida perdón públicamente, pero no lo han conseguido. Por eso, personas como Nuri se empeñan en mantener vivo este recuerdo y ese sufrimiento. De unas 50.000 mujeres enviadas a Japón como esclavas sexuales de los soldados, sólo sobreviven 38, y Nuri les hace un homenaje cada día. Para ello reparte entre los peregrinos unos pequeños panfletos en los que se explica el mensaje al Gobierno japonés y el trabajo de organizaciones no gubernamentales para que no se olvide ésa felonía. También lleva una pancarta en la que pide a la gente que “no se olvide de las víctimas, esclavas sexuales de los militares en Japón”.

El periodista y peregrino prefiere no hablar sobre la situación en Corea del Norte por miedo a represalias.
También comparten mesa en el albergue de La Isla dos mujeres. Iris Klute, de 48 años, es alemana, de Bavaria y salió de Hondarribia. Los alemanes son mayoría entre los peregrinos, «más que españoles», apuntan. Klute se encuentra sentada en una esquina de la mesa, centrada en la lectura. Está a punto de acabar el libro Erdsee, de Ursula K. Le Guin, conocido en español como El mago de Terramar. Una publicación de casi mil páginas que dejará en el albergue para aligerar su equipaje.

La quinta persona en la tertulia de la sobremesa es la suiza Anna Lehmann, de 33 años, que inició su camino en Biarriz (Francia).
Están sentados frente a la montaña del Sueve, aunque el tendal de sus ropas les quita la vista del Picu Pienzu, muy despejado para un día de verano. Algunos comen grandes bocadillos de chorizo y queso y, de paso, aprovechan para comentar la picaresca que supone encontrar plaza en un albergue público, donde no se puede reservar con antelación. La ocupación es por riguroso orden de llegada. Por eso, muchos peregrinos se levantan a las cinco de la mañana para llegar lo antes posible a destino y garantizar alojamiento por cinco euros, en el caso de La Isla. El jardín tiene la hierba muy alta, pero Felix dice que ese detalle le pasa desapercibido a un peregrino.

¡Buen camino!