VILLAVICIOSA

Pregón de la Semana Santa de Villaviciosa

Emotivo pregón para una Semana Santa que se prevé multitudinaria en La Villa

pregon-semana-santa-villaviciosa.jpg

El Teatro Riera de Vllaviciosa acogió el arranque de la Semana Santa que organiza la Cofradía de Nuestro Padre Jeús Nazareno, con la lectura del pregón a cargo de José Manuel Marugán Rivero, quien recordó a su tió Ramón Rivero Solares por inculcarle la devoción por la Semana Santa maliayesa, a la que acude desde Valencia cada año.

Estuvieron en el pregón el alcalde de Villaviciosa, Alejandro Vega, el Mayordomo de la Cofradía Nuestro Padre Jesús Nazareno, Nicolás Rodríguez, además de otras autoridades,  grupos municipales, cofrades, etc. que llenaron el Teatro Riera.  La presentación del acto corrió a cargo de Ceferino Peruyera Cordera. 

CONSULTA AQUÍ EL PROGRAMA ÍNTEGRO DE LA SEMANA SANTA DE VILLAVICIOSA

PREGÓN

En primer lugar, quiero dedicar un respetuoso saludo a la Autoridades que nos acompañan, al Hermano Mayor de la Cofradía, a los Cofrades y a todos los amigos y público asistente.

Y dicho esto, comenzamos:

Cuando nuestro querido Hermano Mayor de la Cofradía me habló de que efectuara el Pregón, me imaginé visitando la Biblioteca de la Facultad de Historia, buscando documentación para su preparación, pero cuando a continuación añadió: Queremos saber “cómo se ve nuestra Semana Santa desde fuera” entonces empecé a preocuparme. Porque al decirme “como se ve…” me estaba diciendo …“como ves …” es decir, mi visión desde fuera, de la Semana Santa de la Villa, y esa información, no podía buscarla en ninguna Biblioteca, quedando como único recurso, el que fuera mi propia memoria quien tratara de aportar los datos, y que esta no me fallara.

Pero había que empezar. Así que respiré hondo, y me dispuse a tratar de poner orden en mis recuerdos, previa limpieza de sus muchas telarañas , y poderles ofrecer, con mayor o menor fortuna, lo que hayan sido mis vivencias, tanto aquí como allá referidas a la Semana Santa…..y el resultado de ese llamemos, “examen de conciencia”, es el que a continuación les presento…

A grandes rasgos, y empezando por la infancia, de la que un largo periodo de la misma, la pasé aquí en la Villa, con mis tíos Ramón y Joaquina, y dejando aparte la vida familiar, cuyos recuerdos tengo muy nítidos, el resto están muy revueltos…recuerdo haber ido a clase en un primer piso de la calle del Sol, al lado de Casa Mero…recuerdo juegos en el parque formando a veces grupo con los hijos de Caramés, y Gonzalo el de la ferretería entre otros.., y los que puedan tener relación con la Semana Santa, son escasos y sin que de los mismos pueda sacar algún dato que concrete….

Recuerdo alguna procesión a la que asisto de la mano de alguien…que bien puede ser mi tía Joaquina, o alguna de las de López (Etelvina o Eloísa, que eran las que más acudían para sacarme de paseo…) Recuerdo una procesión que veo desde un lugar alto, que bien podría ser la casa de las de López ya citadas, que vivían en la calle del Agua, esquina a la Caleyina…También recuerdo, pero siendo algo más mayor una procesión viéndola desde una casa en el Ancho, en la que me llamó mucho la atención, dos filas muy largas de unos chicos con unos ropajes blancos, que tiempo después supe que los llamaban “los curinos de Valdedios”…Por eso, cuando aquí escuchaba a anteriores ocupantes de este atril, sus apasionados relatos de niñez, que hablan de estandartillos, faroles, bandejas, pasos, colectas….me quedo con un regusto raro preguntándome….¿¿..Y yo que hacía  ?? Pero no tengo respuesta ..

Regreso a Valencia para reunirme con mis padres, e inicio nuevamente la vida escolar, pero con la mirada puesta en el calendario, esperando la llegada de las vacaciones, para poder regresar a la Villa: las vacaciones del verano, ¿y las de Semana Santa…? Eso ya era otra cuestión….el primer año, cuando se aproximaban las fechas, ante mis preguntas, mi madre me hizo ver dos dificultades insalvables, la primera, que la Banda Municipal, de la que mi padre era Profesor, siempre tenía en esas fechas numerosos actos, con lo que un viaje familiar, quedaba descartado, y la segunda, que si tenemos en cuenta que las vacaciones escolares comenzaban antes en Asturias, que en Valencia y a esto le añades que el viaje en tren, en el mejor de los casos costaba día y medio…..pues que llegabas poco menos que …a los postres, …así que me quedé en Valencia…

Pero esto no quiere decir, que en mi casa no se viviera la Semana Santa de la Villa, por muy extraño que esto suene.

La explicación es muy sencilla: mi tío Ramón, nos enviaba todos los años por correo, el cartel, el programa con los actos (que ahora se llama porfolio) y todos los papeles, fotos o recortes de lo que en cualquier publicación se hubiera insertado, tratando del tema…Al día siguiente de la llegada del correo, y después de terminar de comer, mi madre abría los sobres, desplegaba el cartel, extendía sobre la mesa todos los papeles del envío, y comenzaba la lectura al contenido de los mismos. Mi padre y yo escuchábamos, mientras mi madre y mi tía Nemesia, hermana de mi madre, explicaban, comentaban, alababan o criticaban según se terciara, cualquier tema o asunto que les hubiera llamado la atención… Y el ritual, continuó…

En otro orden de cosas, los Domingos por la mañana, la Banda Municipal (si no había ningún otro acto en el que tuviera que intervenir, ) daba un Concierto en los Jardines del Real y eran muchos los Domingos que mi padre me llevaba con él. Normalmente íbamos en el tranvía, bajando en una parada que había en la calle Pintor Pinazo, esquina a la Plaza Iglesia del Temple.

La calle Pintor Pinazo conformaba en ese tramo el margen derecho del entonces cauce del rio Turia, y estaba justo enfrente de los Jardines del Real. No había más que cruzar el puente del mismo nombre y ya entrabas en ellos. Pues bien, un domingo, bajamos del tranvía, y en vez de dirigirnos hacia el puente, lo hacemos hacia la planta baja que teníamos justo frente a nosotros, en la misma esquina de la plaza. Antes de entrar, mi padre me dijo muy serio, que las manos en los bolsillos, y la boca cerrada. Llamó mi padre a la puerta, y nos abrió un señor con gafas, que al ver a mi padre, lo saludó con gran efusividad, haciéndonos pasar. Una vez dentro, dos cosas me llamaron la atención, la luminosidad del local, y otra, la cantidad de trozos de madera de distintas formas, que como el techo del local era bajo, estaban casi a ras del suelo, y por tanto al alcance de la mano…pero mi padre había dicho…

Después supe que era el Taller del escultor Enrique Galarza.

Y la cosa siguió durante un tiempo…si las contraventanas estaban abiertas, llamábamos, y si no pasábamos de largo. Alguna veces, el escultor, que era muy aficionado a la música, incluso nos acompañaba hasta el lugar del concierto, y se quedaba hasta el descanso, para regresar con tiempo a su casa, pues no vivía en Valencia, sino en Picasent, localidad cercana a la Capital..

En una de las últimas veces que acompañé a mi padre al concierto dominical, al llegar al taller del escultor, me extrañó que cuando se dirigieron hacia el grupo ( ¡¡ de personas, ya se veía que eran personas…!!) delante del cual siempre hablaban, estas tenían color, pero era un color raro, no sabría decir con certeza si…sonrosado, rojizo, … que yo llegué a pensar…¿serán indios….?

A través de la correspondencia de mi tío Ramón, supimos de la llegada del grupo escultórico a la Villa, y lo que este representó en su momento, como impulso de revitalización de la Semana Santa, y viví la alegría de mi familia por ello, pero yo no le di mayor importancia. Al año siguiente, mi tía Nemesia, tuvo que desplazarse a Gijón por algún motivo familiar, y le comentó a mi madre que dada la proximidad de la Semana Santa, se quedaría algún día en la Villa, pero no hasta el final. Yo al oír aquello, ni que decir tiene que me brindé voluntario para acompañarla…hubo sus más y sus menos, pero al final, y con la colaboración de mi tía, que dijo que era mejor, pues así no iba sola, fui autorizado.

Llegados a la Villa, y mientras mi tía se dedicaba a visitar a conocidos y familiares, yo me fui hacia la Iglesia, y al llegar al atrio me encuentro con que aquellos que yo creí indios, y que había visto salir de los trozos de madera, teniéndolos a la altura de mis ojos, se encontraban en lo alto de las andas, rodeados de flores y velas, y con tal realismo que parecían vivos.

La impresión recibida es de las que no se olvidan…

Comienzo el bachillerato, y también mi vida laboral, trabajando durante el día, y acudiendo a una Academia nocturna para los estudios.

El tema de los estudios, no representó ningún problema, puesto que una vez terminaban los exámenes, el periodo hasta que comenzaba el siguiente curso era similar a las vacaciones escolares. Lo más difícil de asimilar fue el saber que me correspondían 15 días al año de descanso laboral . ,pero no todos de una vez, pues debía alternarlos con la otra persona que trabajaba en el establecimiento…aun así, si alguna vez, conseguía cuatro o cinco días juntos, aprovechaba para hacer una escapada a la Villa…

Con el resto de esos días, y los Domingos, me involucré con la Juventudes de mi Parroquia, que a su vez, junto con las Parroquias próximas, intervenía en la organización de campeonatos deportivos, actuaciones de grupos musicales, obras de teatro….y una actividad que me marcó: la organización para los días festivos, de excursiones en autobús.

Fueron años complicados en lo emocional, pues aunque aprovechaba pequeñas escapadas, para acercarme a la Villa, la Semana Santa, se me iba quedando cada vez más lejos.

Al terminar el Bachillerato y entrar en la Facultad, dejé el trabajo, pues mi padre consideraba que debía dedicar más tiempo al estudio, como así fue, pero las actividades de los fines de semana con la Parroquia, y el que yo pasara a ser el que organizara las excursiones, siguieron…

Durante este nuevo periodo, hubo un hecho para mi muy interesante: la Oficina Universitaria de Viajes, había abierto sucursal en nuestra Universidad, y en la que entraron a trabajar conocidos míos. Ello sirvió para que pudiera ver, curiosear, preguntar, e investigar sobre un tema que cada día me atraía más.

En finales de los años cincuenta, yo ya había decidido meterme de lleno en el mundo del turismo, pues mi padre había admitido el hecho, aunque le tuve que prometer que no dejaría los estudios, si bien los seguiría con otro ritmo.

Obtuve el título de lo que se denominaba “Director de Empresas y Actividades Turísticas”, y comencé una nueva etapa.

Fueron tiempos, como se diría ahora, muy estresantes, pero cada logro obtenido, te hacía olvidar los problemas y sinsabores que habías tenido que sortear, siendo uno de los principales problemas las comunicaciones telefónicas, con las interminables horas de espera en las llamadas entre capitales.

Tal como nos íbamos asentando en el mercado, y con miras al futuro, empezamos a realizar pequeñas encuestas a los viajeros. Primero en plan esporádico, y posteriormente con un cierto orden. Eran preguntas cortas, referidas al viaje efectuado, a sus preferencias para un próximo viaje, y empezaron a acumularse respuestas referidas a distintas Semanas Santas….

La actividad de la Planificación, era muy compleja en aquella época, (no como hoy, que con internet y youtube, en una mañana te recorres Europa…) pues para conocer cualquier zona, monumento u hotel, la mejor solución era ir en persona. También podías recurrir a alguien de tu confianza, para que fuera tus ojos en el lugar, aunque a veces, eso también fallaba, y puedo dar fe de ello… Así que, sin demora, comenzamos a trabajar en el tema de Semana Santa, que se presentaba, como una gran complejidad.

La búsqueda de documentación, fue descorazonadora. La nacional a nuestro alcance, muy escasa y era poco aprovechable, y las guías extranjeras me dejaban perplejo con algunas explicaciones y detalles, por lo que decidí recurrir a las amistades… Me explico…Durante un tiempo, había sido Delegado Diocesano de la OAR, Obra Atlético Recreativa de las Juventudes de A.C, y en los encuentros nacionales había confraternizado con los homólogos de otras Diócesis.

Sin pensarlo más, me dirigí a aquellos, cuyas Diócesis consideré más interesantes, exponiéndoles mis necesidades de información, y la respuesta, he de reconocer que superó toda expectativa…concertamos varios encuentros, en los que me entregaron notas, recortes, folletos locales, alguna foto…y lo que no me esperaba, la compañía de algún familiar o amigo, que por estar o haber vivido la Semana Santa, me contaban detalles o anécdotas del tema.

Fue a raíz de aquellas reuniones, cuando en la habitación del hotel o en el departamento del tren, mientras ordenaba los papeles y completaba mis notas, mi pensamiento empezó a relacionar aquello que tenía ante mí, con las vivencias de la Semana Santa de la Villa .

Se preparó una ruta, cuyos nombres sonaban mucho, y la lanzamos. La cosa, salió bastante bien, por lo que decidimos para el siguiente año lanzar dos rutas, preparando con tiempo la campaña publicitaria. Pero algo pasaba en la sociedad que trastocó muchas cosas..¡¡.. la gente había descubierto el 600.. !!!, lo que representó muchos cambios de criterios y de costumbres…

No todo el mundo aceptaba de buena gana los viajes en autobús, que en aquella época no contaban con las comodidades actuales, ni las carreteras eran como las de ahora, por lo que el 600 brindaba posibilidades nuevas y diferentes.

Así que cuando empezó la campaña publicitaria, muy genérica, para detectar las preferencias de los clientes, nos encontramos de pronto, con un numeroso grupo de personas, que en principio, estaban dispuestas a efectuar ¡¡ en su coche!! alguno de nuestros viajes, aunque eso sí….con alguna pequeña modificación:… adelantar o retrasar la fecha de visita de alguna ciudad…, cambiar alguna ciudad por otra…cambiar la fecha de salida…o la de regreso…o las dos….Solo en una cosa coincidían todos. Querían mucha información…

En definitiva, que con un escaso margen de fechas, había que preparar los presupuestos, detallarlos, y aportar documentación e información sobre el viaje, a un numeroso grupo de personas que como he dicho antes, en principio, querían viajar..,¡¡ en su 600..!! , y a todo esto, sin olvidar los grupos colectivos, que eran el principal núcleo de nuestra actividad.

Este trabajo había que realizarlo por la noche, una vez cerrada al público la Agencia, para evitar las interrupciones, y es en ese entorno, y cuando te tomabas un respiro, con la cabeza llena de nombres: Cartagena, Sevilla, Murcia, Granada, Valladolid…. me venían recuerdos de la Semana Santa de la Villa, e imágenes que en su momento me habían pasado desapercibidas, y que me volvían con todo detalle, con lo cual aún aumentaba más mi añoranza…

Creo que fueron esos momentos, y los días que les siguieron, en los que más pensé en nuestra Semana Santa y lo que el acudir a ella representa: el reencuentro con los tuyos, y no solo eso, también el reencuentro contigo mismo en un ambiente propicio a ello, pues buscas en tu memoria los recuerdos de la vez anterior, y los enlazas con el momento presente. Porque hay un hecho, en los actos de la Semana Santa de la Villa, que contribuye sobremanera a que los recuerdos sean nítidos y sin ningún elemento de distorsión: la actitud siempre respetuosa de las personas que acuden a los actos.

Al iniciarse esta segunda campaña de Semana Santa, y en uno de los primeros viajes, fui de acompañante del grupo. Siempre cabía la posibilidad, y más en una campaña nueva, que al comienzo, surgiera alguna contingencia o dificultad, por lo que era importante la rapidez en la solución. No hubo problemas, por eso y en las etapas en que el desarrollo del viaje lo permitía, acudía a presenciar el acto, que en ese día y en esa capital se celebrara, siendo poco menos que automático que mi mente relacionara lo que estaba viendo, con lo que pudiera estar ocurriendo en ese mismo día y momento,en Villaviciosa.

Ni que decir tiene, que yo aprovechaba cualquier momento de conversación para hablar de MI Semana Santa, e incidiendo especialmente, en los dos actos más espectaculares de la misma, como son el Sermón del Encuentro y el Desenclavo, por ser los que más impacto visual causan entre gentes de otras zonas, (aunque yo en lo personal, me sienta más afín con la sobriedad de la Procesión del Silencio, y en la actualidad, también la de la Soledad). Así mismo hacía hincapié, en que una gran parte de la riqueza artística de la Cofradía estaba realizada por artistas valencianos.

Yo calificaba en aquella época, (y considero que también se puede aplicar a la actual) a los asistentes a los actos de Semana Santa de cualquier lugar de España, en dos categorías: Los que sienten, y los que ven….

Los que sienten lo que están viendo.

Los que ven a los que están sintiendo.

Porque aunque los dos estén contemplando el mismo acto, no están viendo lo mismo. En el primero, prima lo emocional, y en el segundo , lo estético.

Siempre cabe la esperanza de que alguno de los del 2º grupo, se pasen al 1º, aunque en el caso de Villaviciosa, es incuestionable cual es el grupo mayoritario.

Dicho esto, volvamos a tiempos más próximos a los actuales.

Cuando nació mi primera hija, mi esposa me había preparado un listado que reflejaba el total de semanas, días y medios días, que había estado en casa durante todo el embarazo…nunca había considerado que mis ausencias hubieran sido tantas y tan largas, lo que me obligaba a tener que reconsiderar muchas cosas que había ido dejando a un lado: por ejemplo, el trabajo, que funcionaba bien, pero habíamos llegado a un punto en el que era imprescindible un salto hacia adelante, lo que conllevaba una mayor diversificación, y por tanto, más tiempo fuera de casa.

Sopesé pros y contras….la vida familiar, el trabajo cada vez más absorbente, los hijos, las ausencias…..

Así que, con harto dolor de mi corazón, tuve que tomar la decisión de apartarme de una profesión que ha sido y es mi pasión.

Claro que si el teléfono automático y el fax hubieran llegado un poco antes, quizá estaríamos hablando de otras cosas…

Pero como todo tiene su lado bueno, el hecho de cambiar de actividad, por otra teóricamente más tranquila, trajo consigo que en los cuarenta y tantos años que han transcurrido desde entonces, tanto mi esposa como yo, no hayamos faltado en nuestra cita con la Semana Santa de la Villa. Y lo que es más. Lo que yo no recuerdo haber vivido de pequeño, me ha tocado de mayor, viendo a una de mis nietas, que por residir fuera de España, mientras pudo compaginar las vacaciones con acompañarnos, desde el primer día de llegada se ponía la túnica, el capiellu y demás complementos, y participaba en todas las procesiones llevando un farol, como puede atestiguar el bueno de Manolin…

Y hasta aquí llegan mis recuerdos…pero…

Tengo que reconocer, que habrá entre los asistentes, quien pensará que todo lo expuesto, tiene poco que ver con un Pregón de Semana Santa, y no deja de tener razón, aunque yo haya intentado contar de la mejor manera posible, como he visto, o diría mejor, sentido, la Semana Santa de la Villa desde la distancia o la ausencia.

Por eso, y como petición de disculpa, quiero terminar haciendo un llamamiento a todos, presentes y ausentes, que estén en carretera, o piensen estar, y que se dirigen hacia Asturias sin una meta definida, que se acerquen a Villaviciosa, que no es una localidad anodina, no. Además de su ubicación privilegiada, Villaviciosa es Historia, Historia hecha piedra, como son los escudos de las casas blasonadas, que en su lenguaje heráldico nos cuentan hazañas, logros, y merecimientos de sus titulares… Historia hecha Arte, o Arte que es Historia, como son los Monumentos Prerrománicos y Románicos que nos rodean, con la joya semiolvidada de Valdedios. Y no solo eso, lo mejor de Villaviciosa son sus gentes. Sus gentes y sus sentimientos. Y hablando de sentimientos, hay que hablar de devoción. Una devoción que comienza hace cientos de años, y que como un tesoro a conservar, se trasmite de padres a hijos, de generación en generación. Así es la devoción a Jesús Nazareno en la Semana Santa de Villaviciosa. Muéstrenla orgullosos. Compártanla con todos, y lo que es más importante: Consérvenla.

Muchas gracias…