La gata más longeva vive en Infiesto

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photo_camera Luna II, la gata más longeva.

Una gata de 22 años que vive en Infiesto

“Luna II” puede presumir, a sus 21 primaveras, de ser una de las gatas más longevas de Asturias e incluso de España. Sus dueños, una familia de Infiesto, muestran con orgullo el parte veterinario que da cuenta de que el día 1 de octubre su mascota alcanzará los 22 años de edad. Una cifra récord si se tiene en cuenta que, de media, un felino doméstico vive 12 años.

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Pablo Juesas, siendo niño, con su gata Luna II que hoy tiene 22 años.

El minino fue un regalo de Rosa María Cano para sus hijos pequeños, Javier y Pablo Juesas, que arrastraban una profunda tristeza después de que su primera gata, “Luna” (donada por unos vecinos de Villao), desapareciera sin dejar rastro. Los descendientes, que por aquel entonces tenían 9 y 5 años, acordaron que el primero que ganara en el juego “Piedra, papel o tijera” tendría el privilegio de bautizar al nuevo miembro del clan. Javier, el mayor, apostó por “Xena” en honor a la serie sobre una princesa guerrera que tanto tirón tuvo en los años noventa en televisión. Pero el vencedor del duelo fue Pablo, quien se decantó por la opción de “Luna II”, como homenaje a la gata que tiempo atrás habían perdido.

Cogerle cariño al nuevo inquilino no fue difícil, según cuenta Javier, que en la actualidad tiene 31 años y trabaja como ingeniero informático en Madrid. De hecho, asegura que a la hora de aceptar un trabajo en la capital una de las cosas que más le «echaba para atrás» era la de alejarse de la gata, una mezcla de siamés y  persa. «Aunque suene a tópico es uno más de la familia. El cariño que le tenemos es inmenso», asegura. A juicio de este piloñés, a la longevidad de “Luna II” habrían contribuido factores como una buena alimentación -a base de pienso caro- y el cariño y el respeto con el que siempre la trataron. «Le dimos siempre muchos mimos y libertad.», insiste.

Pese a que haciendo la equivalencia con años humanos  “Luna II” ya es centenaria, los dueños celebran su aparente buen estado de salud. «Tiene achaques propios de la edad como una leve cojera en una pata trasera pero sigue ronroneando mucho cuando la acariciamos. Eso es que está contenta», concluyen.