La eterna sonrisa de Pepín Moro

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photo_camera Pepín Moro con Perico Delgado delante del Puente Romano de Cangas de Onís.

Cangas de Onís

Pepín Moro era una persona amable, comprometida, conversadora, desprendida, crítica cuando había que serlo, socarrona y cangués de pro, nacido en el Monasterio de San Pedro de Villanueva, ahí es nada.

Moro veía Cangues con perspectiva, quizás la que le daba vivir en ese fantástico mirador que es San Martín de Parres, en la parroquia de San Juan, donde la mayoría son “parragueses de Cangues”. Ese Cangues por el que caminaba a diario, desde el Puente Romano, parándose en corrillos con unos y otros y tomando el café en Los Arcos, con gente del deporte, una actividad que llevaba dentro, porque fue atleta y futbolista en sus años mozos. Corrió a nivel nacional con la Atlética Avilesina y jugó de extremo derecha en el Cánicas, club del que también fue entrenador.

Moro murió ayer, sábado, a los 73 años de edad. Se lo llevó un cáncer de esos galopantes, contra el que nada se puede hacer. La vida tiene esos sinos. Él, que llevaba años colaborando y desviviéndose por la Organización Galbán, de familias de niños con cáncer de Asturias. Él que contribuyó en todas las recaudaciones que se llevan a cabo para luchar contra el cáncer a través de Galbán, la última, la carrera simultánea en más de 50 municipios, se va víctima de esa enfermedad. Que injusticia. El cáncer sabía que Pepín Moro era un enemigo a batir.

Hace unos meses Moro se topaba con Perico Delgado en el Puente Romano, era uno de sus ídolos del deporte, y con Él se hizo esta foto en la que aparece con esa sonrisa que siempre le acompañaba.

Hoy es un día jodido Moro, porque nunca me había planteado que alguien entrañable y tan buena gente como tú, nos fuese a dejar tan pronto.

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