PIRAGÜES

Félix Alonso, piloñés, es el autor de la estatua de Don Pelayo que protagoniza el cartel del Sella

La estatua fue un encargo de 1970 que pretendía esculpir a todos los reyes asturianos

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FÉLIX ALONSO ARENA. EL HOMBRE QUE ESCULPIÓ A DON PELAYO

 

«El cartel del Sella es bueno y la estatua está muy bien replicada»

 

Piedra traída desde Santander, varias personas que posaron como modelos, la ayuda de un tallista de Sebreñu (Ribadesella), un año entero de trabajo y las manos de un artista nacido en Villamayor en 1931 fueron los ingredientes principales que dieron como resultado la conocida estatua de Don Pelayo, el monumento al primer rey de Asturias ubicado en el parquín de la iglesia de Cangas de Onís y que esta edición del Sella es uno de los protagonistas principales del cartel creado por “El Séptimo Crío” para el 82º Descenso Internacional, dedicado este año a los tres Centenarios que se celebran en Covadonga.

Lo que quizás no tanta gente sepa es que el conocido monumento a Don Pelayo es obra de Félix Alonso Arena, un escultor y pintor piloñés muy sobresaliente en el arte figurativo, con múltiples obras conocidas repartidas por la geografía asturiana y que, a pesar de estar ya jubilado, continúa estrechamente ligado al arte, una gran pasión que tuvo desde que era niño y alrededor de la cual asentó su vida a base de constancia, estudios, esfuerzo, dedicación y trabajo. Actualmente vive en Sevares, en una preciosa casa llena de luz donde tiene un pequeño estudio en el que pasa la mayor parte de su tiempo, dedicado a su pasión artística. Allí recibió a EL FIELATO, con una gran sonrisa, para contarnos todos los detalles sobre la creación de la conocida estatua homenaje al rey astur, muy presente en el cartel de la 82 edición del Sella y sobre el que el escultor afirma que «es un cartel bueno, la estatua está muy bien replicada, y más teniendo en cuenta que está hecho con spray».

«El encargo de Don Pelayo fue un proyecto muy ilusionante con el que me estrené como escultor público. Me llevó un año entero hacer la estatua, que empecé en el año 1970. Trabajaba desde la mañana a la noche, pero feliz. Primero hice un boceto, y fijándome en él hice el molde de la estatua con barro procedente de la Tejera del Fitu. A aquel barro se le tuvo que hacer una armadura de hierro que tenía varias partes, y de ahí saqué los moldes para esculpirla en piedra, que se trajo desde Santander. Antes de empezar a darle a la piedra la forma de Don Pelayo, un tallista de Sebreñu, Miguel, la trabajó y yo luego la concluí. Para que fuera real utilicé a varias personas como modelos, uno de ellos fue mi suegro, que era un hombre muy fuerte que hizo de modelo para los brazos. Para la cabeza y las piernas hizo de modelo un amigo mío, profesor de inglés, Antonio Martos».

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Félix Alonso con el cartel del Sella.

Aquella fue su primera obra pública, inaugurada en 1971, pero detrás de ella vinieron otras muchas de las que Félix guarda recuerdos, bocetos, dibujos y moldes de escayola que hacen que entrar en su casa sea como penetrar en un museo, el cual se sigue llenando con las obras que ahora hace por afición y los cuadros y dibujos personales creados a lo largo de su vida, que parecen fotografías más que trabajos salidos de pinceles y lápices.

Siempre sonriente, recuerda su niñez, cuando se quedaba en los recreos a dibujar, su ingreso a los 16 años en la Escuela de Artes de Oviedo, una noche que se quedó encerrado allí a posta para hacer en barro una réplica del Moisés de Miguel Ángel, «me pillaron días después, pero ya estaba hecho, y luego se dio la casualidad de que tuve que hacer esa misma escultura para un examen, así que aquella trastada fue una práctica perfecta», o anécdotas entrañables, como cuando estaba trabajando en el monumento homenaje a Juanín de Mieres, para lo que fueron a su casa a posar como modelos un gaiteru y una chica ataviada de asturiana, «se conocieron aquí y se enamoraron, así que mis obras también son culpables de alguna historia de amor», cuenta entre risas. Añade también que El monumento a Don Pelayo era sólo la primera parte de un proyecto mayor que no llegó a ejecutarse y que incluía otros cinco reyes asturianos más para la ciudad canguesa, de los que llegó incluso a hacer moldes, «luego, con el cambio de gobiernos y políticas de aquella época, aquello nunca se llegó a hacer, supongo que debido a necesidades más urgentes en las que gastar el dinero». La estatua de Don Pelayo si se hizo, y ya será siempre el recuerdo y homenaje de aquellos primeros monarcas asturianos en Cangas de Onís, pero también será siempre la primera obra de un escultor, pintor y catedrático con una vida plagada de éxitos, que conserva en su memoria intacto el proceso de la creación de su primer monumento y que afirma que la de Don Pelayo es una de sus obras favoritas, «de todos los trabajos que hice a lo largo de los años tengo especial cariño al cristo de Sevares, por el significado que tiene, al Asturcón en bronce que está en La Argañosa, porque siempre me llamó la atención la anatomía equina y tenía ilusión por esculpir un caballo, y a la de Don Pelayo, que por ser la primera siempre será la más especial y de la que más recuerdos guardo».