Nora, 30 años dedicados a la inclusión

La Asociación Nora atiende semanalmente en La Pola a 56 personas con parálisis cerebral, discapacidad psíquica o síndromes afines y ofrece diferentes terapias

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photo_camera Una de las salidas del Club de Ocio de la Asociación Nora, integrado por personas usuarias y voluntarias.

De la inquietud de una madre que veía que las necesidades de su hija la alejaban de la comunidad, surgió en 1992 Nora, una asociación de ayuda a personas con parálisis cerebral, discapacidad psíquica y síndromes afines que perseguía el objetivo de mejorar su calidad de vida y ofrecerles servicios adecuados.

Aquella madre, Carmen Herrero, se convirtió en la primera presidenta del colectivo y tres décadas después, la actual, Tatiana Llorente, alaba su implicación y lucha. «Eran otros tiempos, las personas con discapacidad eran poco visibles y tanto Carmen como su equipo hicieron una labor muy importante para sacarlas a la calle y que la sociedad contara con ellas», rememora.

En la actualidad, Nora tiene 292 personas asociadas, de las que 83 tienen discapacidad y semanalmente atiende a 56 en las diferentes terapias.

Porque si hay una palabra que gusta en el colectivo es normalización. «En un principio se trabajó mucho en dinamizar La Pola, era una forma de darse a conocer e involucrarse; ahora lo que hacemos es participar en las actividades, eliminar esa visión que puede haber de sujetos pasivos y ser parte activa de la comunidad», explica Llorente.

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Uno de los talleres de terapia ocupacional para fomentar el aprendizaje.

Por ello, las personas usuarias de Nora son habituales en citas tan emblemáticas como la San Silvestre o el Mercáu de Güevos Pintos, pero también se atreven con cosas nuevas y desde este año acuden al centro deportivo Dark Lion para mejorar su condición física. También protagonizaron el pregón de las fiestas de El Carmín, el momento «más emotivo» para el colectivo y tienen un Club de Ocio con voluntariado que organiza salidas y excursiones.

En la actualidad, Nora tiene 292 personas asociadas, de las que 83 tienen discapacidad y semanalmente atiende a 56 en las diferentes terapias. «La pandemia nos obligó a reinventarnos y nos ha permitido mejorar lo que teníamos, por ejemplo, abrir por las mañanas para ofrecer una alternativa a esos niños y jóvenes que no acuden al colegio ni a un centro de atención integral», apunta la presidenta.

Tras el verano, la actividad se prevé intensa. Se impartirán varias píldoras formativas a las familias y está previsto que La Pola acoja la exposición “Nuestros vecinos invisibles” impulsada por la Fundación Alimerka.

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Un pequeño en una de las sesiones de fisioterapia.

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