La costa asturiana, atenta ante la presencia de carabelas portuguesas

La presencia de estas falsas medusas de carácter venenoso podría deberse al viento
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photo_camera El colorido de la carabela portuguesa hace sencilla su identificación.

La carabela portuguesa, una falsa medusa que habitualmente vive en alta mar, ha hecho acto de presencia en las costas asturianas y, si bien su presencia no provoca una alerta como sí sucede en el País Vasco, sí está en el punto de mira de los equipos de Salvamento que se encargan de vigilar las playas de nuestra comunidad. Sería precisamente un equipo de socorristas de Santa María del Mar quien notificara la aparición del primer ejemplar de carabela portuguesa en la costa asturiana. Una rareza ya que, habitualmente, esta especie se desplaza siguiendo corrientes oceánicas en alta mar y en aguas cálidas; que podría responder a la ausencia de viento nordeste, un viento caracterizado por impulsar el agua oceánica y razón por la que las aguas del Cantábrico están más calientes de lo habitual.

Desde este primer hallazgo, se ha podido detectar la presencia de estas colonias de pólipos cuya picadura no es mortal salvo en personas con problemas cardiacos en distintas playas de nuestra geografía. Desde algunas tan significativas como San Lorenzo o Poniente en Gijón; hasta tres de las más populares del concejo de Llanes como son Barro, el Sablón y Borizo. Pero no son las únicas: también las costas de Castrillón, Carreño y Coaña se suman a la lista. Algo que, hasta el momento, no ha provocado el cierre de las playas. La carabela portuguesa está en las costas de Asturias, sí. Pero se trata de ejemplares aislados que no impiden disfrutar con normalidad de los arenales. 

Qué hacer si entramos en contacto con una carabela portuguesa

A pesar de las apariencias y del malestar que provocan, la picadura de carabela portuguesa no es mortal salvo en casos excepcionales. En caso de detectar su presencia, hay que procurar evitar su camino y alertar al equipo de Salvamento de la playa; y, en caso de que esté varada en la arena, no tocarlas con las manos desnudas. Si tenemos la mala fortuna de entrar en contacto con ella, es fundamental evitar rascarse o frotarse ya que eso eso favorece incrustar los pequeños aguijones que esta especie dispara al contacto. 

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