CUADROVEÑA

En esta granja unos robots se encargan del ordeño y controlan la salud de cada vaca

Juan Carlos Castaño es el propietario de esta granja de leche parraguesa donde la calidad de vida de las vacas es muy importante

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Una ganadería 3.0 en Parres

 

¿Cuántas personas hacen falta para ordeñar 130 vacas tres veces al día? Puede parecer que la respuesta implica a muchas personas pero, en el caso de la ganadería de leche de Juan Carlos Castaño, de Parres, únicamente se necesita una. El secreto está en unos robots de ordeño de última tecnología, que no sólo se encargan de ordeñar las vacas puntualmente sino que también controlan y trasmiten toda la información necesaria sobre el rebaño y cada animal en particular: detectan los celos, la calidad de la leche, la temperatura corporal del animal, miden los minutos de rumia de la vaca, hacen un balance de los litros que produce, de las veces que se la ordeña…unos trabajadores incansables que proporcionan numerosa y valiosa información y que Juan Carlos instaló en su granja porque, además de ahorrar costes en personal, permiten conocer con todo lujo de detalles el estado de salud de cada vaca, algo tremendamente importante a la hora de producir buena leche.

Este veterinario parragués, que ejerció durante más de treinta años en la Comarca, decidió en el año 2012 dar un vuelco a su vida laboral y convertirse en ganadero. Una «aventura muy personal» que emprendió por amor a estos animales y porque quería gozar de cierta estabilidad horaria, algo que el trabajo de veterinario no le permitía. Tras levantar una gran nave abierta, y con el apoyo del plan LEADER del Oriente, adquirió el primer robot de ordeño, una apuesta fuerte por la tecnología en el sector ganadero que le ayudó en sus comienzos para atender las necesidades de las 70 vacas con la que empezó. En 2015, y gracias a un plan de mejora de la Consejería del Principado, adquirió el segundo robot de ordeño, lo que le permitió duplicar el número de animales de su granja, donde ahora conviven 150 vacas de leche de la raza frisona. De estas, se ordeñan diariamente 130, y cada una de ellas produce 38 litros al día, dando lugar a una producción anual de 1.700.000 litros de leche al año. Una leche que Juan Carlos vende a mantequerías Arias y que se procesa, íntegra, aquí en Asturias.

 

– ¿Cómo es el funcionamiento de los robots de ordeño?

– Cuando la vaca entra a la máquina, lo cual les agrada gracias al reclamo del pienso seco que les proporciona, el robot la identifica a través de un collar, que está asociado a un código que tiene cada una. A partir de ahí, él ya sabe si a esa vaca le toca ordeñarse. Si no le toca, la echa. Si le toca, lo primero que hace es desinfectar las ubres con un cepillo. Luego la ordeña y analiza tanto la leche obtenida como la salud de la vaca (temperatura, tiempo de rumia diario, peso…) y toda esa información nos la trasmite al ordenador. La leche del ordeño, si es de la calidad exigida, la manda al tanque de refrigeración. Si no lo es, la envía a otro tanque en el que o bien se desecha o se destina para la alimentación de los terneros.

- ¿Podría decirse que los robots aquí son los que marcan la diferencia con respecto a otras ganaderías?

- Mucha gente viene aquí por el tema de estas máquinas pero aquí las protagonistas son las vacas. El robot es simplemente un asistente que facilita el trabajo y me permite no tener un elevado número de personas trabajando, porque entonces esto sería inviable económicamente hablando. Nosotros trabajamos con un sistema en el que las premisas son la simplificación y la organización, de manera que esta ganadería puede llevarla una sola persona perfectamente. Pero me gustaría destacar que lo importante son las vacas. De nada sirven los robots si las vacas no están bien. Para que la leche que producimos sea de calidad es absolutamente imprescindible el bienestar de los animales

- ¿Cómo aseguran ese bienestar?

- Proporcionando a las vacas una buena alimentación, lo primero. Tienen 24 horas al día disponible una mezcla seca que traemos de Castilla y León, porque nosotros ni cosechamos, ni ensilamos. También nos preocupamos mucho de la limpieza, de que las vacas tengan una buena cama de arena limpia para echarse, del control diario y exhaustivo de la salud de cada una y de cosas como la ventilación, para lo cual contamos con una nave abierta en la que tenemos instalados muchos ventiladores, para bajar el estrés por calor de los animales. Además, nos preocupamos de que el número de animales sea compatible con el espacio disponible, para que tengan libertad de movimiento y no estén hacinadas. Es lo que en inglés llaman cow confort”, la calidad de vida de la vaca es fundamental para una buena producción. De nada sirven los robots si las vacas no están bien.

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Juan Carlos Castaño, delante de su explotación 

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Vacas de la raza Frisona, en la explotación lechera de Cuadroveña.